Me gusta el Xavier Albertí que se atreve con todo, el que mezcla géneros y estéticas, el que saca su alma de cupletista sea en el texto que sea, el que prueba y arriesga. En definitiva, el Albertí que ya vimos en L’hort de les oliveres, por poner solo un ejemplo. Y es que nadie más habría imaginado a Calderón con una banda sonora donde conviven amablemente -o no- la música sacra con la rumba, el tango, el cuplé y la canción italiana. Un Calderón que sube a la atracción de feria y que no para de ofrecernos imágenes e ideas provocadoras, pero qué era un acto sacramental del siglo XVII si no un alud de alegorías cargadas de profundidad filosófica… El mensaje que se perseguía […]
Carles Armengol Gili
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