El atentado en la Sala Bataclan y en otros lugares de París la noche del 13 de noviembre de 2015, el miedo irracional y la islamofobia, las angustias personales, el racismo puro y duro, la soledad… Puertas abiertas nos ofrece un muestrario de temas basta interesantes que, a pesar de todo, no acaban de resultar verosímiles ni del todo creíbles. No sabría decir si se debe solo al texto, o bien si es culpa de una puesta en escena excesivamente arriesgada y poco orgánica. En este sentido, no me parece mal que se apueste por cierta abstracción… a pesar de que el moderno cubo escenográfico con proyecciones acaba resultando una idea estrambótica y no un elemento que ayude a la trama, ni a la contextualización del caso, ni tampoco a los actores… Tampoco ayudan los movimientos coreográficos que se incluyen entre algunas escenas. Creo que para que funcionaran se habría tenido que hacer un planteamiento global muy diferente al que se ha hecho.
La actuación de Cayetana Guillén Cuervo, heredera de una de las familias de actores más famosas del país, es uno de los elementos por los que se aguanta la función. Verla en Barcelona, después de mucho tiempo, siempre es de agradecer. Seguramente los elementos mencionados anteriormente no ayudan del todo a una interpretación redonda, pero está claro que sabe aprovechar muy bien sus réplicas y también sabe como moverse por determinados escollos emocionales que le exige el personaje. La acompaña en escena Ayoub El Hilali, un joven actor al que le ha tocado realmente un papel muy difícil. Cuesta mucho mantener personajes que se basan en mentiras o en medias verdades, pero justo es decir que lo consigue con corrección.