Cuando entramos en la sala nos encontramos con una especie de depósito de cadáveres. Tres cuerpos descansan en el suelo, o encima de mesas metálicas, y una serie de artefactos acaban de construir una escenografía mortuoria que pronto se verá rota por la aparición de dos curiosos personajes. Son dos hombres que van vestidos con hábito negro, pero que llevan aparatos de medición energética. Son posiblemente espiritistas en busca de algún espíritu o de alguna brizna de vida, porque de hecho de esto va Totentanz. Va de buscar la frágil frontera entre la vida y la muerte, de la separación y de la unión de los dos universos, de la pérdida de valores de un mundo que mira a la […]
Carles Armengol Gili
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