Se ha dicho insistivamente, quizás con acierto, que mejor no establecer comparaciones con la película. Pero es que una vez visto el montaje teatral, incluso cuesta encontrar los elementos comunes. Estamos ante la misma historia, pero ha cambiado la estética, la época que la contextualizaba -aunque fuera dándole una cierta atemporalidad-, el tono de la pieza, la estructura dramática e, incluso, el final. De hecho, es muy curioso darse cuenta de que el film de Lars Von Trier tenía mucho de teatral y que, en cambio, este híbrido de Pau Miró y Sílvia Munt se refleja en elementos cinematográficos que, en mi opinión, quizás no hacían falta. Una vez dejamos a un lado el referente cinematográfico, lo que queda es […]
Carles Armengol Gili
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