Que Xavier Albertí ama la historia del Paralelo y siente devoción por la época dorada del teatro catalán no es ningún misterio para nadie. Lo ha demostrado desde que puso los pies en el TNC como director, allá por el 2013. Ahora, justo antes de pasar el relevo a Carme Portaceli, se despide casi del mismo modo como entró… pero con un retrato crepuscular, quizás más pesimista y con mucha menos alegría (las plumas ya no son de colores, sino negras). De hecho, este texto de Lluïsa Cunillé -cómplice de Albertí en muchas aventuras teatrales- empieza con el anuncio de una muerte y acaba en un velatorio. Un homenaje a un estilo y a una época, con el curioso desfile de personajes famosos que poblaron la arteria más luminosa de la Barcelona de principios del siglo XX. Desde Josep Santpere a Lerroux, pasando por Alady, Teresa Claramunt, Ramper, Valle-Inclán o Merceditas Serós, entre otros muchos.
El principal problema de esta auca o de este rico muestrario es que acaba siendo poco más que un desfile. Entiendo la ironía de muchos pasajes y aplaudo momentos puntuales (las sentencias de Ramón del Valle-Inclán, el número musical a base de sonidos, etc.) pero no hay un eje que lo vertebre todo ni nada que haga avanzar la acción dramática. Tenemos la excusa de Palmira Picard y tenemos los personajes que interpretan Pere Arquillué y Silvia Marsó, pero tampoco parece que ellos sepan cuál es su objetivo en la trama. Deambulan, pasean por el bloque de pisos (una especie de Rue del Percebe que resulta bastante simpática) y sirven para ir introduciendo en los diversos e ilustres visitantes… Pero, aparte de todo esto, a nivel dramatúrgico no esperen mucho más. Lo que sí que se acabarán llevando en casa es la sensación de que detrás de aquella Barcelona festiva y cabaretera había un mundo oscuro, mucha miseria y un trasfondo político que acabaría pasando factura.
Las partes musicales son quizás lo que más agradece el público, y bien es verdad que escuchar La Paula en té unes mitges o El Dúo de La Africana transporta a la época referida mucho más que los personajes o la avalancha de datos, al estilo de Vikipèdia. El reparto, poblado de nombres habituales de la época de Albertí en el TNC, acaba de redondear un espectáculo que subraya más que profundiza. Un espectáculo que pone el marco -magnífico trabajo de Lluc Castells– pero que no ha sabido encontrar la historia.