Se había hablado de que La Cubana volvía con un musical o de que por fin recurría a Rusiñol -un auténtico emblema en Sitges, la localidad originaria del grupo-, pero lo que nadie había dicho es que en el nuevo espectáculo también hay un homenaje encubierto a su trayectoria y al teatro en general. La Cubana ya había tratado en anteriores montajes la revista (Cómeme el coco, negro), el cine (Cegada de amor), la ópera (Una nit d’òpera) y la televisión (Mamá quiero ser famoso), y si ahora tocaba el teatro que mejor que diseccionarse a sí mismos y bucear en las propias miserias. Por lo tanto, si vais con los ojos muy abiertos disfrutaréis de muchas sorpresas que pasan […]
Carles Armengol Gili
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