Según dice Sol Picó en el programa de mano del espectáculo, después de We Women había ganas de «ver la otra parte y comprobar si se complementa, si se repele, si encaja…» Y es así como surgió este montaje interpretado por siete actores-bailarines. Un montaje que disecciona la masculinidad del siglo XXI y analiza estereotipos y clichés que todavía existen, pero siempre con espíritu crítico y un sentido del humor sin complejos. Aún así, hay un exceso de tópicos y una carencia de profundidad en algunos perfiles que sólo se apuntan, como por ejemplo el del homosexual que quiere tener hijos, el del seductor que ha perdido los papeles o el del agresor. Perfiles que quizás aportarían un aire más original a todo el conjunto.
El principal acierto de Picó es el casting escogido, en el que se mezclan con acierto actores, bailarines y cantantes. Todos ellos se mueven como pez en el agua a pesar de las difíciles situaciones en las que los coloca la coreógrafa. Y es que tanto es si suena Queen o si suena El Fary, si un pene enorme empieza a hacer de Botafumeiro o si se improvisa una procesión al ritmo de Una furtiva lágrima. En definitiva, un espectáculo que se ve con interés, que demuestra nuevamente la ya probada profesionalidad de Picó, pero que deja con ganas de haber ido un paso más allá.