Hay flores extrañas, ya sea por el lugar donde nacen, por el aroma que desprenden o por su estética inesperada. Doña Rosita la soltera es una extraña flor dentro de la obra de Lorca. No es de las más preciadas ni de las que tienen más mérito, no tiene el nombre de Yerma o Bernarda, ni se acerca a la fantasía del maleficio de la mariposa o a la abstracción del público… Esta es una obra enmarcada entre el realismo y la poética; una obra de apariencia sencilla pero muy complicada a la hora de encontrar un tono que no chirríe entre canción y canción o entre poesía y poesía. Doña Rosita es, por lo tanto, una extraña flor. Una […]
Carles Armengol Gili
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