Todos los grandes autores tienen aquella pieza íntima, diferente. Una pieza delicada, que quizás no está entre sus obras más conocidas o exitosas, pero que guarda toda la esencia del maestro. En el caso de Shakespeare algunos citarían Noche de reyes o La tormenta; en el caso de Txékhov quizás hablaríamos de El huerto de los cerezos, y para Lorca El público sería una obra única, absolutamente personal. De lo que estoy seguro, sin miedo a equivocarme, es que en el caso de Williams esta obra es El zoo de vidre (El zoo de cristal). Frágil, sincera y aparentemente sencilla, guarda todas las claves para entender la obra posterior del autor. Una pequeña joya. Josep Maria Pou ha optado para […]
Carles Armengol Gili
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