La excelencia del poeta incómodo

L'Hort de les Oliveres

L’Hort de les Oliveres
31/05/2015

«Qué ganó de ser tan catalán? Disgustos, sólo disgustos.» Es una de las muchas sentencias que Narcís Comadira utiliza en L’hort de les oliveres, un magnífico texto que nos habla de la identidad catalana sin tapujos ni falsas apariencias. Aquí nada de lo que se dice resulta cómodo ni complaciente, sino que quiere provocar debate y reflexión en un país donde no se cultiva nada la autocrítica. Comadira llega a decir, parafraseando a Shakespeare, «Cataluña está podrida», intentando que el espectador se lleve en casa algún arañazo y no se siente a cenar tan tranquilo… Hay bofetadas para todos -nacionalistas, independentistas, españolistas-, pero tan bien dadas que casi no se ven venir. Comadira ha escrito un poema enorme, una carta de amor a su pueblo, a pesar de que acabe siendo una carta triste y desolada. Sin duda es un poema que emociona, quizás por sus profundas raíces… tan viejas y retorcidas como las de los olivos que ahora unos rusos quieren arrancar.

Pero la emoción no sería del todo completa sin la visión teatral de Albertí, que una vez más une música, palabra e imagen con una belleza inusual en nuestros teatros. Escenas como la de la pareja reencontrada -una especie de Hamlet y Ofelia renovados-, la de la Santa Cena o la de la bañera del final ponen realmente la piel de gallina. Y si encima lo aliñamos con una mezcla sonora tan osada -Toldrà, Mompou, Bach, Paolo Conte o Jimmy Fontana- el placer será completo. Aplaudo también a los actores, tanto los jóvenes como los veteranos, así como al mismo Albertí por haber otorgado de una vez al Nacional una de las funciones para las cuales fue creado: la de generar debate y preguntas, y no respuestas ni fórmulas acomodaticias.

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