Tratar el tema de los desahucios con las cenizas de la Thatcher encima de la mesa tiene su ingenio y su gracia. Hablar de una gran ciudad catalana -supuestamente Barcelona- a través de un travestido, un taxista y una activista es un poco trillado pero puede resultar pintoresco. Utilizar personajes «simbólicos» como el gobernador del Banco de España aumenta el absurdo, a pesar de que el absurdo y la farsa son los géneros que pretendidamente se quieren abordar… Dicho todo esto, pienso que El carrer Franklin parte de unas premisas interesantes… pero para mí acaba quedándose justamente al inicio de todo. No veo una evolución de estas ideas, sino una simple exposición; no me divierte demasiado nada de lo que […]
Carles Armengol Gili
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