No se puede negar la capacidad que tiene Dagoll Dagom de convertir cada obra suya en un acontecimiento, aunque detrás haya siempre un riesgo implícito muy elevado. Scaramouche no es ninguna excepción, puesto que la producción que la soporta no es poca cosa para una compañía privada: dieciocho actores en escena, once músicos en directo cada noche, infinidad de cambios de vestuario y una escenografía digna de los musicales más lujosos. Además, la música es de Albert Guinovart, uno de los grandes cómplices de la compañía y autor de las páginas musicales más recordadas de la escena catalana (Mar i Cel, Flor de nit, Gaudí o La vampira del Raval). Con esta obra también ha conseguido una buena partitura, a […]
Carles Armengol Gili
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