Gabriel Calderón escribió esta obra a partir de una frase del expresidente uruguayo José Múgica, en la que venía a decir que las preguntas y dudas que todavía genera la dictadura de aquel país se podrían responder cuando todos sus protagonistas estuvieran muertos. El autor coge esta premisa, y en un ejercicio de espiritismo teatral hace coincidir vivos y muertos, pasado y presente. Solapa diversas temporalidades para demostrar que en ocasiones es el pasado el que no quiere hablar, ni se quiere reconocer a si mismo. Estamos, por lo tanto, ante un texto que nos habla de memoria histórica, pero que en lugar de dedicarse a hacer teatro político se adentra en el género de la ciencia ficción. Una propuesta […]
Carles Armengol Gili
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