No se puede negar que La Veronal tiene un nivel técnico envidiable y que su carrera internacional está creciendo como la espuma. Las exigentes coreografías de Marcos Morau, junto con la técnica de todos sus bailarines, hace que nos encontremos ante una de las compañías de danza más importantes de Europa; una compañía afincada en Cataluña y con una ya larga y fructífera trayectoria. En Pasionària utilizan de nuevo su depurado estilo, denominado kova, en el que se distinguen sobre todo los movimientos sincopados y prácticamente robóticos. En esta propuesta sobre un mundo futuro totalmente deshumanizado el estilo le sienta como un guante, consiguiendo momentos realmente deslumbrantes. El problema viene, sin embargo, cuando la propuesta se queda en el estilo y no encuentra un desarrollo dramático ni un planteamiento conceptual fácil de seguir por el espectador. Es cierto que hay un inicio inquietante, un decorado todavía más misterioso -un poco al estilo de los belgas Peeping Tom-, y también la imagen amenazante de un planeta que recuerda mucho al de Melancholia, de Lars Von Trier. Pero no basta con todo esto. Las escenas piden algo más que no acaba llegando, y es una lástima, porque el espectador también lo espera. Con unos pequeños ajustes y un planteamiento menos ambicioso y menos abstracto, seguro que habría mejorado muchísimo.
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