Coger tres comedias de Shakespeare y mezclarlas en un solo espectáculo es osado e incluso temerario. En este sentido, hay que decir que Guillem-Jordi Graells ha conseguido crear -con la excusa de la representación dentro de la representación y el recurso del presentador- una obra más o menos coherente que funciona por sí sola. Ahora bien, al final es inevitable que nos acabemos haciendo la gran pregunta: ¿valía la pena este esfuerzo o hubiera sido mejor desarrollar del todo una de las tres piezas? Parece como si no se confiara en ninguna de las obras por separado, como si se hubiera hecho una recopilación de los mejores momentos… Bien es verdad que razones no faltarían a la hora de defender este argumento, pero nadie […]
Carles Armengol Gili
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