Cuesta mucho hablar y argumentar sobre un espectáculo que, por deseo expreso del autor y para que funcione el engranaje, hay que ver totalmente a ciegas. White Rabbit Red Rabbit juega al efectismo desde antes de comprar la entrada hasta la última palabra del texto. En este juego hay unos cuantos momentos divertidos pero, desgraciadamente, poca cosa más. Hace pasar un buen rato, sí, pero, me temo que no está a la altura de su propio misterio. Más información (en catalán) en Somnis de teatre
Gema Moraleda
289 Recomendaciones