Dirigir una obra de Bertolt Brecht en la actualidad ya implica una dificultad añadida, puesto que el tipo de teatro que hacía el autor alemán está bien lejos de lo que estamos acostumbrados a ver, tanto a nivel estético como ideológico o dramatúrgico. El teatro épico, también llamado teatro dialéctico, se interroga básicamente sobre el orden social y actúa de catalizador político. La bona persona de Sezuan no es ninguna excepción, puesto que cuestiona la bondad del ser humano hasta las últimas consecuencias, consiguiendo unas conclusiones tan deprimentes como realistas. De hecho, es un acierto haber recuperado esta obra en un momento de tanta confusión y polarización como el que vivimos, pero también es verdad que formalmente la propuesta puede […]
Carles Armengol Gili
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