Hay textos que tienen sus particularidades, su poesía interna. La obra de Jean-Luc Lagarce es, sin ningún tipo de duda, uno de estos casos. Només la fi del món está llena de repeticiones, de frases que no acaban, de expresiones redundantes, pero también de una extraña lírica que lo impregna todo. A ratos da la sensación que estamos ante un texto más literario que teatral, a pesar de que no se puede negar que los personajes que aparecen están muy vivos. Cuesta no rendirse a esta familia que se debate todo el rato entre el enfrentamiento y la ternura, como si hubiera quedado suspendida en un punto intermedio del que no puede escapar. Oriol Broggi ha optado, como en otras […]