El telón sube lentamente y nos situamos en un comedor lujoso, de barrio adinerado, con el cuadro «Ciervo asediado por una jauría«, de Paul de Vos, al fondo del salón. Los ventanales están abiertos y el vuelo de las cortinas nos demuestra que fuera sopla el viento. Todo tiene un aire misterioso que hipnotiza, que subyuga. Tenemos la intuición de que algo malo ha pasado o está a punto de pasar, como si una profecía hubiera atravesado el escenario como un fantasma. Después de este interesante inicio, la trama se dirige hacia ese camino y nos presenta una historia en la que la pieza central -un personaje ausente- ha desaparecido. La estructura de una familia entera se resentirá de esta […]
Carles Armengol Gili
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