Florian Zeller siempre me ha parecido un autor excesivamente sobrevalorado, igual que ya me pasó hace años con Yasmina Reza. Tanto uno como el otro son autores correctos, herederos de la piece bien faite que tanto gusta a los franceses y poseedores de un talento que a veces les acerca a pequeños momentos de genialidad (El padre o Arte, respectivamente). Pero si desnudamos La verdad de la mentira de su artefacto original (los personajes emiten sus pensamientos en voz alta durante toda la obra) nos quedamos solo con una sofisticada comedia de boulevard trufada de tópicos, algunos de ellos incluso ya superados y rayando la incorrección política. Poner en voz del personaje aquello que pasa por su cabeza, y que […]