Cuesta imaginar que una película italiana de 1977 haya dado pie a dos sonadas producciones del teatro catalán, con unos repartos de primer orden (Lizarán y Flotats en 1984; Segura y Derqui en la actualidad). Quizás es porque Ettore Scola hizo una película preciosa, cargada de una sensibilidad y una sencillez impresionantes. Quizá sea por la magia que Mastroianni y Sophia Loren desprendían cada vez que se encontraban en una pantalla. Sea como sea, el texto ha acabado convirtiéndose en un pequeño clásico y en un vehículo de lucimiento para grandes actores… al menos en nuestro país. Oriol Broggi no disimula en ningún momento que quiere homenajear la película, y corriendo un riesgo extraordinario atreve a proyectar la primera escena […]
Carles Armengol Gili
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