L'imperatiu categòric

A un momento de pérdida se le suma un obstáculo exterior que hace tambalear el presente. Y así pasa con una cosa tras otra, se cae en una espiral que parece que no tienen salida cuando una persona se ve atacada por actos externos que no puede controlar y que le ahogan. Cuando todo se ve negro, ¿se encontrará alguna solución?

Clara (Àgata Roca) es una profesora asociada de ética en la facultad de filosofía. Acaba de sobrepasar los 50 y se ha separado de su pareja, en este momento y con un trabajo que está en suspenso constante y la amenaza de quedarse sin techo bajo el que vivir, parece que la carambola de hechos negativos la llevan a la desesperación.

El texto es un ejercicio inteligente y muy bien trabado que utiliza la situación de la protagonista para exponer en el escenario el sistema social y económico actual, que oprime y desespera a la población que no tienen margen de maniobra. Una sociedad que se rige por unas reglas marcadas que crean una ilusión de poder de decisión, pero que en realidad hace seguir unas pautas que condicionan el día a día y el futuro. Elaborado y con una narración clara, directa a pesar de las citas filosóficas, el guion provoca el debate constante al público, refleja al individuo ante la realidad y le interpela para que se pregunte todo aquello que no ha osado hasta ahora.

Roca es el vehículo preciso puede provocar este ejercicio. Su interpretación es impresionante y magistral. Como su personaje, su desesperación va creciendo en sus palabras y su gestualidad. Poco a poco evoluciona hasta el clímax de su crisis y se lleva a la espectadora en un viaje agotador, pero hipnotizador. Al lado de Roca está Xavi Sáez, que da vida a todos los hombres con que Clara se enfrenta a este momento de tensión perpetuo. Magníficamente interpretado, el suyo es un cambio de personaje incesante, pero al mismo tiempo es un papel constante de incomprensión y de ignorancia voluntaria hacia los problemas de las otras personas.

A las palabras y las interpretaciones exactas, se le une una puesta en escena espectacular. Las transiciones escenográficas adaptándose al espacio necesario para el relato se desarrollan con cuidado y con un sentido contextual impresionante. Cada cambio de decorado se lleva a cabo con elegancia y naturalidad, creando un espacio creíble y moldeable que acompaña la historia y sumerge al público en la obra totalmente.

Una de las producciones más interesantes y notables de esta temporada, que se espera vuelva a deleitar a aquellas personas que se la han perdido y deje repetir a las que quieran reencontrarse con las aristas que se les hayan escapado.

L’imperatiu categòric és un concepte desenvolupat a la filosofia de Kant que fa referència a aquelles proposicions que justifiquen una acció com a necessària o imprescindible.

A partir d’aquesta premissa, Victòria Szpunberg desenvolupa tota una sèrie de proposicions que aconsegueixen transformar en necessari o imprescindible allò més injustificable: l’assassinat.

I ho fa, destil·lant aquestes proposicions de la realitat més propera i coneguda. Una realitat que, tal vegada, tenim tan assimilada que el mal que ens provoca s’ha tornat imperceptible: precarietat, alienació, l’egoisme amb el qual teixim les nostres relacions més íntimes i també les socials, la impostura, la imatge per davant de la identitat, la superficialitat per davant de la profunditat; tots els elements que caracteritzen el món actual i que generen els nivells d’insatisfacció, desorientació i manca de sentit que molts joves pateixen sense saber per què ni fins a on.

L’autora, que també dirigeix l’espectacle, ens proposa totes aquestes qüestions a través d’una gramàtica lleugera i irònica que aconsegueix allò tan meravellós del teatre i del millor art: fer-nos riure mentre observem com es prepara la tragèdia.

Àgata Roca, en el paper de víctima transformada en botxí, i Xavi Sáez, en el paper desdoblat de múltiples abusadors, ens acompanyen en un viatge per multitud d’escenaris, on petites subhistòries acaben component un mosaic calidoscòpic ben acurat de la merda en la què s’ha convertit el món (social).

Una obra imprescindible de teatre de text on s’explica molt més del que es diu. Un viatge pel clavegueram urbà d’aquest meravellós segle 21 de riqueses immenses, intel·ligències suposades artificials i infelicitat molt real, amarada amb significatives dosis de ràbia que, potser, tard o d’hora, acabarà per convertir-se en categòrica.

Al igual que los protagonistas de las novelas El proceso, de Kafa, o las más modernas El móvil, de Javier Cercas, o Que nadie duerma, de Juan José Millás, el personaje principal de L’imperatiu categòric lleva una vida de lo más normal y anodina hasta que un día se encuentra sobrepasado por la presión del entorno. ¿Un camino hacia la locura? ¿O quizás solo una reacción, entre real y figurada, hacia un presente que oprime? Seguramente todas las respuestas podrían ser válidas, e incluso habría la posibilidad de que todo fuera un proceso mental para escapar de la realidad.

El gran acierto de Victoria Szpunberg –y hay muchos de aciertos en su propuesta- es la hábil mezcla entre filosofía y drama, punteado también con pinceladas cómicas que distienden las situaciones planteadas. No es la primera vez que vemos subir discursos o planteamientos filosóficos a los escenarios. Lo hemos visto cuando se habla directamente de filósofos concretos (Sócrates, Viejo amigo Cicerón, La disputa) o cuando las situaciones nos remiten a preguntas sobre la existencia y el ser humano en general (Els Watson, sin ir más lejos). Esta vez, la autora recurre a Kant y también a Kafka para elaborar un discurso donde lo más importante es la comunicación –infructuosa, en este caso- con los demás. Clara, la protagonista, no entiende a sus alumnos, no consigue que le escuche su jefe, no sabe comunicarse con su vecino y no acaba de asimilar el tratamiento que le propone su médico, las oscuras propuestas de la cita de Tinder o los engaños del agente inmobiliario. Y suponemos que también había problemas de comunicación con su marido –el gran ausente-, del que se acaba de separar.

Todo el mundo puede haberse sentido perdido en alguna ocasión, y todo el mundo puede haber tenido la sensación de que nadie lo escuchaba o lo entendía. Por lo tanto, la empatía con Clara es inmediata, sobre todo si lo interpreta una Ágata Roca pletórica y afinada desde la escena inicial hasta su última intervención a pie del patio de butacas. La actriz consigue dotar de fragilidad y también de una gran ironía –Roca es realmente una experta en este campo- a su personaje, consiguiendo que lo acompañemos y lo entendamos incluso cuando toma decisiones complicadas o difíciles de asimilar. A su lado, haciendo todos los papeles masculinos del auca, tenemos a Xavier Sáez, que no pierde oportunidad para mostrar con pequeños matices toda una galería de hombres muy reconocibles.

La comedia –o drama, o lo que queráis llamarle- se acaba de redondear con la precisa dirección de Szpunberg y con una interesante escenografía de capas, obra de Judit Colomer. Solo podríamos objetar –y con matices- la utilización de las voces en off. No me han molestado, pero entiendo que puedan distraer en alguna parte concreta de la obra. Sea como sea, vale la pena ver un montaje que parece nacer de las entrañas, al igual que aquel El pes d’un cos, del que ya disfrutamos hace unas temporadas.

L'imperatiu categòric és una obra escrita i dirigida per Victoria Szpunberg, concebuda per a una actriu i per a un actor que interpreta tots els personatges masculins que hi surten.

La Clara G., la protagonista d'aquesta obra, interpretada per l'actriu Àgata Roca, és professora associada a la facultat de Filosofia. Té més de cinquanta anys, s'acaba de separar i està a punt de quedar-se sense casa. El veí del costat viu en una festa constant i no la deixa descansar. Tot se li comença a posar en contra. La Clara se sent ofegada pel sistema. La pressió social, l'estrès i les humiliacions la portaran a la desesperació, l'ansietat, fins i tot a tenir pensaments violents.

L'actor que interpreta tots els papers masculins (en José Luís, en Carles, en Javi, el cambrer, el psiquiatre, el veí i el policia) és l'actor Xavi Sáez.

La interpretació de tots dos actors és magnífica, impressionant, extraordinària.

El títol de l'obra està relacionat amb el contingut i amb la forma de la peça.

Les problemàtiques socials que es toquen al llarg de l'obra són del tot actuals. Els fons voltor, la precarietat salarial, la invisibilització de la dona a partir dels cinquanta, la solitud i el negoci que hi ha rere les immobiliàries.

L'imperatiu categòric és el retrat social que ens planteja què és èticament adequat quan el sistema t'ofega.
Tot i que l'obra no és una tesi filosòfica, té un rerefons filosòfic en què el principi de l'imperatiu categòric de Kant té un paper fonamental.

"Com s'ha de comportar algú quan tot el teu entorn et sobrepassa?"

"Quines són les fronteres ètiques quan només pots sobreviure a costa de la misèria dels altres?"

"Continuar o no continuar, renunciar o no renunciar, integrar-se o no integrar-se, abandonar o actuar, trair-se o revelar-se"

L'imperatiu categòric és una obra Intel·ligent, brillant, que enganxa des d'un bon principi, i amb un final sorprenent què no s'adiu amb les normes kantianes.

No us la perdeu!