T de Teatre: La meravellosa família Hardwicke

L'obra Vanya and Sonia and Masha and Spike de Christopher Durang es va estrenar
al McCarter Theatre de Princeton (Estats Units) el 2012 i va passar per Broadway el 2013. Ara es pot veure per primera vegada a l'estat espanyol, al teatre La Villarroel de Barcelona sota la direcció de David Selvas.
L'actriu Cristina Genebat l'ha adaptat i traduït al català amb el títol de La meravellosa família Hardwicke.
En el repartiment algunes de les integrants de la companyia T de Teatre (Marta Pérez, Carme Pla, Albert Ribalta), els joves actors (Alejandro Bordanove i Paula Jornet) i l'actriu argentina Lide Uranga.
Ells són la Masha, la Sònia, en Vània, l'Spike, la Nina i la Cassandra. Tots ells personatges prototípics de l'obra de Txékhov.

De la mateixa manera que els noms dels personatges, la manera de ser i d'actuar de tots ells, estan inspirats en l'obra de Txékhov, el lloc on passa l'acció (l'interior de la casa familiar) i algunes de les referències literàries que apareixen constantment a escena, també ens ho recorden (Les tres germanes, L'oncle Vània, La Gavina, L'hort dels cirerers).
Els temes que hi apareixen també són els que ens planteja l'obra de Txékhov, però a l'estil de Durang, exagerant les coses terribles de manera divertida, amb personatges superactuats, allunyats de la realitat. Aquest allunyament de la realitat fa que trobem divertits alguns temes bastant seriosos com la soledat, les dificultats i relacions familiars, el pas del temps, la por a envellir, la maduresa, la joventut, l'enveja o la por al fracàs.

Trobo que ha estat tot un encert la tria d'actrius i actors per interpretar els personatges de la novel·la de Durang. La unió de l'humor de les T de Teatre amb l'humor tan peculiar del teatre argentí, amb el fitxatge de la magnífica actriu Lide Uranga, de la que em declaro fan i seguidora, integrant de la Companyia Banfield Teatro Ensamble, i que hem vist protagonitzant moltes de les obres més aclamades de l'off argentí que s'han programat a casa nostra, és ideal.

Només em queda dir-vos que si voleu passar una bona estona i gaudir d'una comèdia divertida, intel·ligent, sarcàstica i amb un gran sentit de l'humor, aneu a conèixer a la família Hardwicke i a la resta de personatges que els acompanyen.

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El teatro de Chéjov contiene una fina ironía que Christopher Durang supo transformar en sarcasmo en un aclamado guión, bajo el título Vanya and Sonia and Masha and Spike. Hoy tenemos la posibilidad de disfrutarlo en nuestras salas, gracias a la coproducción de T de Teatre, Bitò y La Brutal.

De hecho, el sello de T de Teatre se hace notar con solvencia gracias a la actuación de Marta Pérez y Carme Pla. El equipo que dirige David Selvas parece moverse, a veces en exceso, en torno a estos dos monstruos del escenario. Dan vida a dos caracteres antagonistas, a través de los cuales se mueve la trama. Masha (Marta Pérez) llega a la casa familiar con el grupo de una estrella del cine y el desequilibrio que le aporta su carrera frustrada al teatro y el desencanto de las parejas jóvenes y vacías. Y se encuentra su hermana Sonia (Carme Pla), paradigma de la autoestima baja y la incapacidad para lograr retos, o ni siquiera planteárselos. Ella y Vanya, el tercer hermano (Albert Ribalta), han dedicado la vida a sus padres, ya difuntos, y la ausencia de objetivos y la incapacidad de adaptación al cambio de los signos del tiempo les hace sentir vacíos. La mujer de realizar trabajos (Lide Uranga), argentina, muestra el camino de los acontecimientos por adelantado, como un oráculo. El contrapunto joven e inocente (o no) lo aportan Alejandro Bordanove, el “cuerpo” que entretiene al artista, y Paula Jornet, en el papel de una divertida y fresca aspirante a actriz.

Vanya, Sonia y Masha, personajes de las creaciones de Chéjov, se convierten en un homenaje al dramaturgo ruso. De hecho, todos los personajes, como dice el director, nacen de unos referentes y estereotipos teatrales que el autor hace revivir.

La impronta que dejan los personajes a lo largo de la obra es desigual, en muchos momentos, y va en función de la fuerza del artista que los interpreta. Es uno de los puntos que hace tambalear el equilibrio del montaje. Junto a una Marta Pérez increíble, capaz de todos los papeles posibles, con un punto cómico propio que sabe transmitir con fuerza, y de la energía en escena de Carme Pla, encontramos un Vanya excesivamente pusilánime, errático, a menudo ausente, espectador en escena de la actuación de las protagonistas; una Casandra que no está a la altura, que la salva el acento y el texto; un Spike excesivo, no probablemente por el actor sino por el tono que la dirección le habrá pretendido dar; y una Nina excelsa en su papel secundario (mención aparte merece Paula Jornet, que convierte en oro lo que toca con una traza propia de quien lleva el teatro bien adentro, que es capaz de excelir a Flyhard o cautivar con la exitosa La importancia de ser Frank). El tono de un humor demasiado fácil, en ocasiones, y una música de fondo, detrás de los diálogos, que no tiene sentido ni se le ve intención, son dos aspectos a considerar, inevitablemente.

Con todo ello, y pese a los aspectos citados, La maravillosa familia Hardwicke llena y llenará de risas y aplausos el patio de butacas, siempre deseoso de humor, de buenos ratos para emanciparse y distraerse. Sin tener que pensar demasiado. Pero, eso sí, déjeme decirlo: a menos que lo exija de forma expresa el guión, no son los Rollings… ¡que son los Stones! (¿Verdad, Tardà?)

Si és família, no és meravellosa, sinó tot el contrari. El títol de l'obra anglesa que el director David Selvas ha portat al teatre Villarroel, “La meravellosa família Hardwicke”, dona pistes del que passa a l’escenari: tres germans que es retroben a la casa familiar, on dos d'ells havien cuidat els pares malalts, i on surten les diferències que els separen. El tema, doncs, podria ser tràgic però l’autor de l’obra, l’anglès Christopher Durang, va crear una obra en què l’humor suavitza i humanitza les arestes punxants.
L’adaptació a casa nostra aconsegueix aixecar somriures constants, que de vegades són agres perquè el fons que els desperta és una relació familiar plena de conflictes. L’acció és dinàmica i els personatges estan ben caracteritzats. Ara bé, el personatge de la Masha, la germana actriu que visita els dos germans, i que és la desencadenant de l’acció, està massa teatralitzat. O, per dir-ho amb altres paraules, convida poc a fer-lo versemblant. I en Vanya, el germà, manté un monòleg al final de l’obra sobre l’ús de les noves tecnologies i la diferència entre els temps antics i moderns, excessivament llarg i extens. Seria necessari la longitud si digués informacions que no s’hagin dit mai en converses senzilles. Però no és el cas.
Per acabar, el final és alentador i lliga bé l’acció amb al principi; tant que fa pensar a l’espectador que sempre hi ha esperança: la família pot ser meravellosa. Ah! I el millor de l’obra: la simpatia del personatge de la dona de fer feines, la Cassandra.

No hay ninguna familia perfecta, esta es la realidad. El tema está en cual es la peculiaridad de la tuya. En la de los Hardwicke, por ejemplo, todos los hijos tienen nombres de personajes de las obras de Txékhov porqué los padres eran unos amantes de su obra. Pero si solo quedara ahí la historia, todo sería más sencillo. Dos hermanas y un hermano, Sonia y Vania viven juntos en la casa que paga Masha que triunfa alrededor del mundo trabajando de actriz. La acción de esta producción empieza cuando Masha (Marta Pérez) vuelve a casa con su pareja para anunciar que habrá cambios en la vida de sus hermanos. Y cuando llega, empieza el estruendo que pondrá un nuevo orden en la familia.

El todo de esta obra, o su principal atracción, es su texto ingenioso y divertido, que hace reír a mandíbula abierta a todo el público cas durante toda la narración. Cada diálogo del texto de Christopher Durant (traducido por Cristina Genebat) tiene el equilibrio exacto entre el drama y la comedia. Cuando los personajes, sobre todo Sonia (Carmen Pla), se empiezan a poner intensos y con disertaciones de la vida, como si de una obra de Txékhov se tratara, llega alguna frase ingeniosa que rompe el momento y provoca risas en la platea. Este balance entre los diferentes géneros es aquello que atrapa a la espectadora.

Los personajes de la obra son exquisitos en su excentricidad, pero hay uno que destaca especialmente y es Cassandra (Lide Urganda), la mujer de la limpieza de Sonia i Vania. Cuando ella sale a escena y abre la boca, encara que sea poco, roba el protagonismo del resto. Y no hay remedio, se convierte en el centro de atención y adoración.

El montaje es dinámico, divertido, muy ameno y te deja con ganas de ver otros capítulos de la familia. El juego que da la escenografía se aprovecha al máximo, construyendo un marco perfecto para cada escena.

Tota la producción proyecta ilusión y ganas de pasarlo bien, y el público se lleva esa sensación fantástica a su casa.

La maravillosa familia Hardwicke entra de pleno derecho en la categoría de divertimento teatral. Lejos de ser la comedia intelectual que quizás algunas frases promocionales han querido vender, la obra se encuentra más a gusto en el terreno del homenaje ligero y el subrayado algo más vistoso, como hecho con marcador fosforescente. Se habla de Chéhov, sí. Hay muchísimas referencias a sus personajes y a sus obras, e incluso algunas escenas nos acercan a las estructuras dramáticas del dramaturgo ruso, pero todo parece casual, casi caprichoso, y con pocas justificaciones. No sabemos porque lo padres les pusieron nombres de personajes… No se explica del todo la vinculación chehovianas… Pero a pesar de esto, la obra se disfruta de principio a fin, sobre todo si te dejas arrastrar por el torrente de ocurrencias y situaciones francamente divertidas.

El montaje que ha creado David Selvas funciona como un cohete. Desde la primera escena, con las tazas voladoras, ya nos damos cuenta como espectadores que no habrá tregua. La aparición de personajes inesperados, el delirante –y también poco justificado- baile de disfraces, las visiones de tragedia griega, el streaptease al revés, el monólogo de la molécula, etc. Un montón de escenas que no dejan respiro y que nos conducen hacia una última parte más trascendente, donde cada personaje tiene su momento para redimirse o salvarse. Pero nada sería igual sin la cohesión de un grupo de actores que se divierte –esto se nota, se transmite- y que hace divertir al público. Costará de olvidar el sentimental monólogo de Albert Ribalta (Vanya), el magnífico duelo de llantos de Marta Pérez (Masha) y Carme Pla (Sonia), las afiladas réplicas de Lide Uranga (Cassandra), la inocencia y la ilusión que tan bien sabe transmitir Paula Jornet (Nina) y las chulescas exhibiciones de Alejandro Bordanove (Spike). Un elenco de primera para una comedia que llega para hacer bastante ruido y quedarse un tiempo largo en nuestras carteleras. Y es que ya hay un montón de familias Hardwicke en teatros de medio mundo, sobre todo después de que la obra ganara el premio Tony del 2013 gracias al montaje protagonizado por Sigourney Weaver y David Hyde Pierce.

David Selvas està agafant gust i rodatge a dirigir textos reconeguts —clàssics?— i, tot i que La meravellosa família Hardwickeno és un Txékhov, el dramaturg Christopher Durang va aconseguir mantenir l'aura d'aquells espectacles que li serviren d'inspiració. Tant la traducció de Cristina Genebat com els encerts en la banda sonora i en el vestuari ajuden a preservar l'imaginari col·lectiu txekhovià acompanyant aquest text estrenat l’any 2012 amb el títol Vanya and Sonia and Masha and Spike.

La Sonia (Carme Pla), el Vània (Albert Ribalta), la Cassandra (Lide Uranga), la Masha (Marta Pérez), l’Spike (Alejandro Bordanove) i la Nina (Paula Jornet) donen vida al muntatge. Podem oblidar-nos dels noms dels personatges perquè ens hi sentirem identificats igualment: adonar-se que el temps ha passat de cop, la frustració per tot allò que no hem tingut, la por de perdre el que ens queda, etc. Els actors broden la seva feina i defensen els papers sense fissures. I és que, amb menció especial a Marta Pérez i Alejandro Bordanove —que, en aquest sentit, interpreten els personatges més difícil—, resulta ben senzill sentir empatia pels germans Hardwicke i pels seus coneguts: així és com se’ns posen a la butxaca.

Cap al desenllaç, en una explosió magistral de «l'oncle» Vània davant de la família —tot i que ja comença a fer-se pesat assignar el rol infernal a les xarxes socials—, és quan els personatges tenen aquellarevelació que l'espectador també sent en algun moment de l'obra. Però no parlo de reconèixer incrustacions diverses de Les tres germanes, L'oncle Vània, La gavina o L'hort dels cirerers, malgrat que l'obra té més gràcia si també s'hi localitzen totes aquestes referències.