La verdadera intención de Lush Fields es acercar los bailarines al público y romper definitivamente la cuarta pared. Podríamos decir que esta intención se consigue del todo, pero la idea de dialogar con la arquitectura y de reflexionar sobre la problemática entre forma y diseño ya serían harina de otro costal. Creo que este espectáculo funciona por el espacio escogido -en este caso, la polivalente e interesante Sala Badabadoc– y por la proximidad, pero no tanto por el concepto en sí o la brillante ejecución de los bailarines. Pienso que todo es demasiado frío e inconexo, sin lugar para la emoción, la reflexión o el debate. En este caso podríamos decir que la forma se ha comido el contenido, a pesar de […]
Carles Armengol Gili
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