La obra teatral de Federico García Lorca acostumbra a dividirse en cuatro grupos: los dramas, las tragedias, las comedias irrepresentables y las farsas. La pieza que hoy nos ocupa forma parte de este último grupo, al igual que La zapatera prodigiosa o El retablillo de Don Cristóbal, que fue escrita directamente para títeres. Y lo curioso es que Don Perlimplín y su adorada Belisa son también títeres que acaban cogiendo cuerpo y transformándose en seres humanos, con toda la complicación y complejidad que esto comporta. La humanización lleva al drama e incluso a la tragedia, por lo cual cuesta ver en esta obra un solo género. Más bien creo que es un compendio de todas las fórmulas del poeta y […]
Carles Armengol Gili
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