Tenía muchas expectativas puestas en este Grito Pelao, sobre todo porque al frente están dos de las figuras que más han hecho para renovar el flamenco y romper toda clase de moldes, Rocío Molina y Sílvia Pérez Cruz. Dos mujeres que se atreven con todo y que tarde o temprano tenían que coincidir en un espectáculo. Pero a pesar de las esperanzas depositadas, el grito se ha transformado en bostezo. Las más de dos horas de duración acaban por difuminar la idea inicial, la futura maternidad de Molina, y alargan situaciones y números hasta llegar al agotamiento. No se puede negar que las dos artistas son extraordinarias en sus respectivos géneros y que hay escenas bellísimas, sobre todo hacia el […]
Carles Armengol Gili
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