Jordi Casanovas tiene obras de varios tipos, pero me gustan particularmente aquellas en las que juega con los personajes y también con los espectadores. Obras astutas e inteligentes que, como esta Mala broma, nos hacen reír y a la vez nos dejan un regusto amargo en el paladar. De hecho, la obra que nos ocupa es una lúcida reflexión sobre el uso del humor, pero también sobre la autocensura, la corrección política o la libertad de expresión. Una obra disfrazada de comedia que utiliza, a la vez, el humor de situación, el humor negro y finalmente el humor salvaje, casi de grand guignol. Y todo ello unido por una estructura teatral casi perfecta que nos pone enseguida en situación y […]
Carles Armengol Gili
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