En mi infancia había unas ediciones que adaptaban las obras de William Shakespeare para niños, para poder ser representadas en las escuelas o con grupos infantiles de teatro. Recuerdo una sobre El sueño de una noche de verano que resultaba de lo más alentadora y fantasiosa. Unos años más tarde, entrado ya en la adolescencia, vi en el Romea la versión de La tempestad que hicieron Jorge Lavelli y Nuria Espert, que para aquel momento ya era una versión atrevida y bastante diferente… con un decorado que, oh sorpresa, también era una caja hermética de madera con puertas y ventanas secretas. Con todo esto quiero decir que es bueno que Shakespeare se adapte a diferentes públicos, experimente con nuevos lenguajes […]
Carles Armengol Gili
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