El Principio de Incertidumbre, formulado en 1927 por el físico alemán Werner Heisenberg, sirve de inspiración para desarrollar esta extraña historia de amor entre dos personajes casi antagónicos. Ella es voluble, apasionada, ocasionalmente embustera… Él le lleva muchos años de diferencia y es tranquilo -quizás incluso aburrido-, ordenado, sistemático y con poca esperanza en el futuro inmediato. Pero si los juntas pueden surgir sinergias inesperadas, sorprendentes. Si uno se mira al otro quizás podrá ver donde está, pero igual le resulta imposible saber qué trayectoria lleva ni hacia donde se dirige. Un principio de física cuántica que, aplicado a las personas, nos aporta un punto de locura, de aventura o de misterio. Alguien podrá ver esta obra como un ejercicio […]
Carles Armengol Gili
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