La maravillosa familia Hardwicke entra de pleno derecho en la categoría de divertimento teatral. Lejos de ser la comedia intelectual que quizás algunas frases promocionales han querido vender, la obra se encuentra más a gusto en el terreno del homenaje ligero y el subrayado algo más vistoso, como hecho con marcador fosforescente. Se habla de Chéhov, sí. Hay muchísimas referencias a sus personajes y a sus obras, e incluso algunas escenas nos acercan a las estructuras dramáticas del dramaturgo ruso, pero todo parece casual, casi caprichoso, y con pocas justificaciones. No sabemos porque lo padres les pusieron nombres de personajes… No se explica del todo la vinculación chehovianas… Pero a pesar de esto, la obra se disfruta de principio a fin, sobre todo si te dejas arrastrar por el torrente de ocurrencias y situaciones francamente divertidas.
El montaje que ha creado David Selvas funciona como un cohete. Desde la primera escena, con las tazas voladoras, ya nos damos cuenta como espectadores que no habrá tregua. La aparición de personajes inesperados, el delirante –y también poco justificado- baile de disfraces, las visiones de tragedia griega, el streaptease al revés, el monólogo de la molécula, etc. Un montón de escenas que no dejan respiro y que nos conducen hacia una última parte más trascendente, donde cada personaje tiene su momento para redimirse o salvarse. Pero nada sería igual sin la cohesión de un grupo de actores que se divierte –esto se nota, se transmite- y que hace divertir al público. Costará de olvidar el sentimental monólogo de Albert Ribalta (Vanya), el magnífico duelo de llantos de Marta Pérez (Masha) y Carme Pla (Sonia), las afiladas réplicas de Lide Uranga (Cassandra), la inocencia y la ilusión que tan bien sabe transmitir Paula Jornet (Nina) y las chulescas exhibiciones de Alejandro Bordanove (Spike). Un elenco de primera para una comedia que llega para hacer bastante ruido y quedarse un tiempo largo en nuestras carteleras. Y es que ya hay un montón de familias Hardwicke en teatros de medio mundo, sobre todo después de que la obra ganara el premio Tony del 2013 gracias al montaje protagonizado por Sigourney Weaver y David Hyde Pierce.