Está claro que este Macbeth contiene muchas y muy buenas ideas. El problema viene cuando se quieren mostrar todas a la vez, y todo el rato. Que alguien grite el texto en catalán, otro lo cuchichee en inglés, otros canten por el fondo y un violinista persiga literalmente a los actores al mismo tiempo… la verdad es que puede saturar. Sé que todo obedece a un estilo propio –el de Moreno Bernardí– que ya se ha visto en piezas como Eduard II, L’olor eixordadora del blanc y otras muchas, casi todas en el Teatre Akadèmia. El director opta siempre por un trabajo híbrido en el que la gestualidad, el canto y otras disciplinas se mezclan con un texto clásico o […]
Carles Armengol Gili
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