Els rapinyaires se presenta como una comedia negra, con pequeño misterio de fondo, pero con un claro mensaje: hablar de la corrupción inmobiliaria, de la especulación y de ciertas actitudes de “rapaz” en la Cataluña preolímpica. Es bueno tener en cuenta este último dato, ya que si no fuera porque se habla del 1985 al principio de la obra o porque se citan algunos datos concretos al final quizás podría pasar desapercibida… Y es que las acciones inmobiliarias de dudosa moralidad se han dado en el pasado y siguen dándose también a día de hoy.
Roc Esquius nos ofrece un texto que empieza de forma excesivamente expositiva y que se orienta, poco a poco, hacia una comedia bastante convencional hasta que le quedan 10 o 15 minutos para acabar. A pesar de la escena final, Els rapinyaires está lejos de los juegos escénicos, los giros o las premisas sorprendentes que habíamos visto en otras obras del autor: iMe, Mars Joan o Sàpiens, por poner algunos de los ejemplos más notables. Estamos, por lo tanto, ante una obra pretendidamente sencilla, que funciona de manera instantánea y que por culpa de cierta demora en los acontecimientos no acaba dejando el mal rollo que podría haber dejado de otra manera…
La supervisión artística del argentino Nelson Valente –involucrado hace poco en la trilogía catalano-argentina del último Festival Grec- no se nota exceso. Aun así, el ritmo crece de forma exponencial hasta el clímax final y en la parte interpretativa destacan una siempre efectiva Roser Batalla y un Ramon Godino que va de menos además y nos regala momentos bastante divertidos.