Dirigir una obra de Arthur Miller o Tennessee Williams en la actualidad comporta un riesgo añadido. Son textos que por su estructura dramática poco tienen que ver con los que estamos acostumbrados a ver hoy en día, pero además dan pie a poca descontextualización, Son piezas ancladas en una época y a unas situaciones muy concretas, cosa que marca a los personajes, sus relaciones y la forma que tienen de afrontar sus problemas. En el caso de Miller, además, siempre hay una resonancia trágica que lo envuelve todo en un segundo término pero que al final acaba haciendo acto de aparición en la escena. Es decir, cierto peso clásico en un autor que revolucionó la dramaturgia norteamericana del siglo XX. […]
Carles Armengol Gili
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