Lo esencial es invisible a los ojos. Este es el mantra en el que, demasiado a menudo, ha quedado reducido El Principito. Y es que paradójicamente, cada vez que esta letanía se repite en merchandising y en bocas de telepredicadores, más se crea el mundo de avaricia y opulencia contra el que Antoine Saint Exupery luchaba. Por suerte, la propuesta de El petit príncep de Manu Guix y Àngel Llàcer vuelve para dar vida y sentido a este mensaje y no para exprimirlo para provecho propio. La obra es una propuesta honesta y sencilla, relativamente fidedigna a la original, y adaptaba en formato musical no para hacer gala de capacidad creativa, sino para servir el texto y aproximarlo al público […]
Mariona Rebull
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