Vivimos en una sociedad en la que cualquier majadería dicha por redes sociales puede ser adoptada como una gran verdad o como una enseña que hay que seguir y defender. Siempre ha habido iluminados, líderes ridículos o personas con pensamientos sectarios, pero en las redes nos podemos encontrar centenares. Si encima sumamos un motivo económico, ya podemos asegurar que la red se ha llenado de estafadores sofisticados y sin escrúpulos que poco se asemejan a los del tocomocho o el timo de la estampita, a pesar de que persiguen resultados similares. Estafadores que venden el éxito social y económico, una forma de vida mejor y casi una doctrina a seguir a cambio de seminarios, sesiones privadas o consejos. Y lo pueden hacer gracias a lo que se denomina “ingeniería social”, o dicho con otras palabras: manipulación psicológica.
Burpees es una obra que quiere hablarnos de todo esto, pero también de las ideologías extremas, de la juventud que cae fácilmente en ellas y también de las relaciones familiares que hay en la base de todo. Lo hace con una estructura compleja y cruzada que quizás habría necesitado un poco más de claridad escénica. Creo que hay flashbacks que cuesta situar y algunos personajes secundarios que quizás se podían haber ahorrado. Si todo esto, encima, se hace con solo dos actores y una actriz creo que el trabajo tendría que haber sido mucho más afinado y preciso. Aun así, hay que destacar el esfuerzo de los tres intérpretes, de los que quizás destaca Joan Sureda en los personajes más drásticos y extremos.
Esta es la cuarta obra de Miquel Mas Fiol que se ha podido ver este trimestre en Barcelona, ya que el Lliure ha rescatado la Trilogía de la condición “Millennial”, formada por Càndid o l’optimisme, Les penes del jove Werther o Els miserables. Una buena oportunidad para descubrir o redescubrir un autor que tiene mucho por contarnos y que ha venido para quedarse en la cartelera.