Ya hace tiempo que la cartelera se ha llenado de obras que podríamos denominar “testimoniales” –una variante dentro del teatro documental-, donde el autor, el actor o la actriz explican directamente un caso personal y elaboran una catarsis colectiva acompañados del público asistente. Se nos ha hablado de la pérdida de un hijo (Llibert, Una gossa en un descampat), de abusos sexuales (Sucia), de la intersexualidad (Hermafrodites a cavall) o de la extirpación de un pecho (360 grams, y ahora también Adéu, Jane). Hay diferentes maneras de hacerlo, y bien es verdad que los resultados han demostrado que se trata de un subgénero vivo y, de momento, con una larga vida. En la obra de Clara Moraleda, ella misma nos […]
Carles Armengol Gili
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