«Todos estamos preocupados por que Estados Unidos esté en franca decadencia debido a la polarización del país que generó Donald Trump. Yo creo que la dicotomía entre Roma, un imperio en ascenso, y Egipto, uno que se encuentra en declive, es un tema bastante contemporáneo». Con estas palabras, John Adams refleja su lectura particular de Antony & Cleopatra, un drama amoroso y político que parte del clásico de William Shakespeare y que el compositor estadounidense proyecta hacia el mundo contemporáneo.
Si hay algo que define la carrera musical de este compositor nacido en Massachusetts y criado en Nueva Inglaterra, es justamente la preocupación social y política por los hechos de su tiempo. En efecto, sus óperas exponen preocupaciones globales, pero que surgen a partir de la exploración de aspectos propios de Estados Unidos: historia política (Nixon in China), momentos puntuales que han causado controversia social y cultural (The Death of Klinghoffer) , reflexiones sobre el poder y la destrucción (Doctor Atomic) o alegorías desde las raíces históricas del país (Girls of the Golden West).
Por otro lado, si desde un punto de vista temático Adams ha proyectado la política contemporánea a través de la ópera, su música tiene una coherencia y personalidad muy bien definidas. Su estilo musical, superado el flirteo inicial con el minimalismo de Steve Reich y Philip Glass -un estilo musical caracterizado por la repetición y la simplicidad-, emprende un nuevo camino con composiciones que contienen una expresividad emocional sorprendente, a la vez que presentan una forma flexible, expresiva y con presencia de elementos neorrománticos. El lenguaje armónico resultante pretende cautivar en la misma medida que el discurso que proviene del libreto, y la musicalidad de su obra tiene una agudeza cromática que le asimila tanto a Claude Debussy como a la vernacularidad del jazz o de Charles Ives. Es esa maravillosa dualidad entre las raíces musicales de su país y los grandes referentes clásicos universales (Beethoven, Wagner, Debussy) -además de dichos intereses sociopolíticos globales que parten de su realidad inmediata- lo que ha convertido a John Adams en el mejor compositor operístico vivo de su país y uno de los grandes referentes de la ópera actual en todo el mundo.
Gerald Finley: «Adams ha convertido a la ópera en un elemento de debate social»
Con diversas colaboraciones con el dramaturgo y director Peter Sellars, los estrenos de Adams no suelen generar indiferencia: del premio Grammy obtenido por la mejor ópera con Doctor Atomic, una reflexión sobre Robert Oppenheimer y el Proyecto Manhattan, en la polémica generada con The Death of Klighoffer, acusada de antisemita por la visión que ofrece del conflicto árabe-israelí a partir del secuestro del barco Achille Lauro en 1985, como dice el bajo-barítono Gerald Finley -precisamente Antoni que veremos en el Liceo-, “Adams ha convertido a la ópera en un elemento de debate social”.
En uno de los grandes aciertos del Liceu de los últimos tiempos, esta temporada tendremos la fortuna de ver la primera representación de la ópera Antony & Cleopatra fuera de Estados Unidos (se estrenó hace poco más de un año en San Francisco), pero es que, además, la orquesta del Liceu estará dirigida por el propio John Adams y cuyos cantantes principales son los que protagonizaron el estreno absoluto en San Francisco, unos cantantes que tienen una confianza tan grande por parte del compositor que algunos roles han sido escritos casi ad hoc para ellos, como es el caso del trío protagonista: la soprano Julia Bullock (Cleopatra), el mencionado bajo barítono Gerald Finley (Antoni) y el tenor Paul Appleby (César).
Todo un evento poco usual -un lujo de compositor, de obra y de cantantes- que convierte este estreno indiscutiblemente en el hit más importante de la temporada liceísta.
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