Projecte Ingenu: Hamlet

El famoso ‘ser o no ser’ vuelve a un escenario barcelonés de la mano de la Sala Atrium y Projecteingenu. Parten de la traducción de Joan Sellent para hacer revivir la historia más popular de William Shakespeare.

Con una dirección bicéfala decidida a respetar el texto, la escenografía es uno de los elementos clave de esta propuesta. Una virguería en madera sobre raíles bien pensada y bien resuelta. Elementos modernos en el vestuario, en el atrezzo y en la música. Algunas oportunas proyecciones sobre las paredes negras de la sala. Y agua, mucha agua. Sobre este escenario un Hamlet de voz temblorosa que convence acompañado de un grupo de actores jóvenes con mucho talento que interpretan los diferentes personajes que requiere el drama.

Es una de estas revisiones que se hacen en justa medida, sin enredar, respetando la esencia de la obra y jugando con los elementos. Por este motivo pienso que hará disfrutar tanto a los conocedores de los versos de Shakespeare como a aquellos espectadores que no han visto nunca un Hamlet. Una propuesta que hay que ver.

Projecte Ingenu ens porta de nou el clàssic Hamlet, una història que serà contemporània durant molts més anys . Ens parla de la bogeria del nostre món, de la complexitat dels individus, i la relació entre ells. Un Hamlet fidel a l'original, que utilitza elements actuals per reforçar la vigència del discurs de l’obra.

La gran dificultat de representar aquesta obra és la fama en ella mateixa, buscar el sentit de la seva representació. Malgrat que parli de temes universals, quan un va a veure Hamlet sempre busca trobar-hi coses noves.

En aquest cas caldria destacar la interpretació dels actors, ja que juguen a dos temps: no estan acompanyants amb la indumentària de l’època, i a la vegada tenen el solemne pes de la monarquia. Hamlet és representat per Rosa Serra, amb un resultat espectacular, una personalitat complexa que es veu en cada moviment i paraula executada.

Si hagués de posar la cirera del pastís, diria que la Roser és el resultat d’un treball minuciós per part de la direcció (Marc Chornet Artells i Raimon Molins) i en ella mateixa, que aconsegueixen que Hamlet es posi a la seva altura, i no ells posar-se a la seva.

La companyia Projecte Ingenu porta 5 anys i per celebrar-ho porta 3 Shakespeares al Teatre Akadèmia. Des que Projecte Ingenu va començar, tant amb les propostes de William Shakespeare com d'altres, ens ha cridat l'atenció la seva forma de presentar-nos aquests clàssics. Ara s'han decidit a recollir 3 textos de Shakespeare presentar-nos de nou per celebrar aquests cinc anys que celebren. Tres clàssicsde la literatura universal com Hamlet, Romeu i Julieta, i Vaig ser pròsper, inspirada en La tempesta.

I vaig anar a veure la primera d'elles, un Hamlet amb veu femenina (trencant barreres de mica en mica). Del 23 d'octubre fins al 3 de novembre tenim temps per anar a veure aquesta nova revisió del clàssic on els temes de sempre semblen més actuals que mai. La monarquia, la política, la familia, l'enveja i els rols de gènere.

Aquest últim, el rol de gènere, és el primer que notem a l'hora de veure els interprets. Aquest cop tenim un Hamlet amb l'interpretació de Rosa Serra. Una proposta que pot semblar arriscada inicialment i que personalment m'ha convençut. S'ha de dir que al principi no estava gaire content però que de mica en mica veus el personatge en lloc de l'actriu. I no m'ha convençut a l'inici, ja que veia que el text no s'ha alterat per fer un Hamlet en tercera persona del femení, s'ha quedat amb un Hamlet en tercera persona del masculí; i sempre que parlavèm de Hamlet era "ell" i no "ella".

Tret d'aquest petit "però" la proposta ha estat interessant. Amb una proposta escènica minimalista, sembla mentira com la Closca ens enlluerna amb propostes totalment diferents, ara amb ens torna a oferir un escenari cru i efectiu.

L'experiment amb el video és interessant, l'espectador pot veure més a prop el primer plano de l'escena, de l'actor sense perdre en cap moment el seu centre. Aquest cop em va adradar, i com a mínim em va sorprendre.

S'ha de dir que les dues hores i escaig que dura l'espectacle no es van fer eterns, no vaig tenir en cap moment la intenció de mirar l'hora i veure quan queda (sense cap mena de dubte la prova del cotó per saber si t'agrada o no la funció que estem mirant).

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En este Hamlet, la Sala Atrium se transforma de arriba a bajo para acoger un montaje originalísimo. Si siempre la habíamos visto con una grada estrecha ante un escenario reducido, aquí han aprovechado la longitud de la sala para convertir la parte central en un escenario subido encima de una tarima de madera formada por bloques que se encogen y se expanden como si fueran piezas de lego, y en cuyo debajo hay agua. El único objeto físico de escenografía es la copa, símbolo del veneno y de la muerte, omnipresente durante la obra entera, que está teñida de muerte, como todos sabemos. Quizás la única observación crítica que haría a este montaje tan imaginativo es que el líquido de la copa sea transparente y no de color rojo oscuro, como correspondería a la sangre derramada.

Yo, que no soy muy partidaria de las actualizaciones de los clásicos, salí muy gratamente sorprendida de la Sala Atrium porque han conseguido representar el Shakespeare más famoso sin perder ni un ápice de fuerza ni de intensidad. El montaje es moderno en tanto que no hay escenografía ni vestidos de época, pero el texto es el original y la fuerza y la expresividad con la que cada actor se pone en la piel de su personaje hacen revivir el Hamlet shakespeariano como si se estrenase de nuevo. Cabe alabar, por encima de todo, el Hamlet de Raimon Molins, un príncipe enloquecido que se hace dueño del escenario, del resto de actores y de un teatro de pequeño formato que en esta ocasión se crece porque el texto es grandioso y la interpretación también. Es un Hamlet fiel al original, con algunas alteraciones escénicas, y es que en mi opinión, los clásicos no hay que actualizarlos porque como tales, son intemporales.

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La tragedia de Hamlet, Príncipe de Dinamarca, o sencillamente Hamlet, es sin duda, una de las obras más famosas de William Shakespeare. Y la frase: «Ser o no ser, ese es el dilema», probablemente sea la cita más conocida de todos los tiempos, la gran cuestión de la vida y la muerte.

Lo más increíble de todo es que una obra que fue escrita entre 1600 y en 1601, siga siendo totalmente actual. Se nos habla de amor, de justicia, de engaño, de venganza, de la traición y de la lucha por el poder. El personaje de Hamlet es todo un reto para cualquier actor; se necesita una gran capacidad de memoria de texto, de interpretación corporal y facial. Dejadme deciros que la interpretación de Raimon Molins, es una de las mejores de Hamlet que he visto sobre un escenario; brutal, increíble, espectacular… La expresión de su cara, el movimiento del personaje en el escenario, su dicción del todo medida, sus cambios de rol… Brutal!!! Una interpretación que sin duda recordaré. También me gustaría destacar a la actriz Clara de Ramón, que con su papel de Ofelia hizo una interpretación del todo creíble y que me gustó muchísimo.

La puesta en escena me gustó mucho; el público sentado a dos bandas de un entarimado situado en medio de la sala, móvil y multifuncional, unas copas de vino y la utilización de una cámara como si se tratara de un diario personal. El único inconveniente es que no haya una pequeña pausa de diez minutos, ya que dos horas y media de función seguidas nos resultaron un poco pesadas; además teniendo en cuenta que la obra comenzó a las nueve de la noche.

Dos horas y veinte minutos de espectáculo sin entreacto pueden asustar, pero no os echéis atrás por eso, porque seguro que prácticamente ni respiraréis en toda la función. En la Sala Atrium hacen uno de esos espectáculos que hay que ver, con una puesta en escena sobria y una escenografía sencilla pero fantástica que se convierte en protagonista y acompañante de grandes actuaciones. A destacar Raimon Molins, que ofrece un Hamlet de altura, Clara de Ramon en el papel de Ofelia y Toni Guillemat en la escena del enterrador en una obra que no para de crecer, tanto en las interpretaciones como en la puesta en escena. Y es que si bien cautiva y atrae la atención del espectador desde el primer minuto, hay que decir que las imágenes del final son absolutamente preciosas y demuestran con creces que el teatro de gran formato de Shakespeare tiene su lugar en una sala pequeña , en un formato más íntimo y cercano.

Probablemente, Hamlet es la obra más grande del teatro universal. Casi inalcanzable en su totalidad, el resultado de cada nuevo montaje depende mucho de la adaptación que se haga de su texto, tarea, de hecho, nada sencilla. La Companyia Sala Atrium y ProjecteIngenu han optado por una ambiciosa versión de 2 horas y 20 minutos sin entreacto que, sin embargo, compensa su duración con una sobriedad escénica que alcanza momentos de gran belleza. La valentía y el trabajo interpretativo de todo el reparto, formado por actores y actrices muy jóvenes, es verdaderamente encomiable. Especialmente, el actor Raimon Molins en el papel del atormentado príncipe de Dinamarca, que también ha dirigido el espectáculo junto con Marc Chornet, logra un entendimiento más profundo del personaje y los matices e inflexiones más interesantes. El resto de actores resultan bastante solventes, exceptuando ciertos pasajes que, desde dirección, podrían terminar de pulirse. Por otra parte, el austero diseño de escenografía aporta funcionalidad y cierto aire turbio a una atmósfera muy lograda a pesar de que, por momentos, parece que se le quiera sacar demasiado partido cuando según qué cambios son innecesarios. Así pues, en general, el espectáculo se aguanta muy bien, lo cual es una toda una proeza; resuelve escenas complejas con inteligencia (la lucha de espadas, el entierro de Ofelia …) y hace un uso muy acertado de la música y las proyecciones. Sin embargo, se echa en falta una dramaturgia donde se potencie algunos de los temas de la obra por encima de los demás, para dotar a la pieza de una visión más personal. Tal vez, de este modo, se conseguiría reducir también la duración que, por algunos espectadores, puede resultar excesiva.

Una revisió de l’obra de Shakespeare respectant el text clàssic, que els directors Marc Chornet i Raimon Molins han portat a l’actualitat.L’escenografia, la música i els mateixos personatges marquen aquesta actualització: una passarel·la de fusta, amb tres nivells d’alçada i que es desplacen conformant diferents escenaris i mostrant sota ells un canal d’aigua, amb un pes important al llarg de la representació.

Ens han agradat molt les interpretacions de tots els actors. Aquesta versió de Hamlet de la Companyia Sala Atrium i projecte Ingenu, ens ha transportat a una atmosfera de bogeria i de lucidesa, de realisme i de fantasia, de llums i d'ombres, pròpies de l'obra de Shakespeare.

Si us bé de gust llegir la nostra crònica sencera ho podeu fer en aquest enllaç… http://wp.me/p19AHZ-fVV del nostre Blog “Voltar i Voltar”