Un pont a la degradació i corrupció moral

Mercè Rubià

«Estamos muy lejos de poder decir que comprendemos a Valle-Inclán«, asegura Xavier Albertí. Del 15 al 26 de octubre tenemos una buena oportunidad de acercarnos a su obra porque el TNC acoge Montenegro, una adaptación de la trilogía Comedias bárbaras dirigida por Ernesto Caballero.

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Las Comedias bárbaras narran el esplendor y la decadencia de una estirpe gallega encarnados en la figura de Juan Manuel Montenegro, un hombre que emprenderá un viaje expiatorio de arrepentimiento y redención hasta inmolarse junto con un grupo de mendigos, un hombre «que va entendiendo que este mundo se desmorona. Habla de degradación y corrupción moral «, explica el director. «Valle-Inclán escribió los personajes saltándose los códigos burgueses, tomó Shakespeare como modelo que trascendía estos límites. Estaba en plena sintonía con los grandes planteamientos de renovación escénica del siglo XX «.

A la hora de adaptar la trilogía del autor gallego, Caballero ha optado por unos flashbacks que nos llevan de una obra a la otra con una estética simbolista, costumbrista y sugerente, sin cerrar los personajes. «Nos parecía más poético y estilizado», explica. Y es que no hay una única manera de hacer Valle-Inclán. «A menudo se dice esto no es Valle-Inclán, esto no es Molière, esto no es… Pero afortunadamente no hay fórmulas para hacer Valle-Inclán, y si fueran yo me habría alejado, porque sino sería un espectáculo sin vida». Sobre el escenario hay 21 actores y dos músicos, «y eso es una garantía», dice Caballero. «Hemos sintonizado, hemos jugado al mismo juego, hemos explorado. Nadie vino con ideas preconcebidas «.

El protagonista, Montenegro, lo interpreta Ramón Barea, Premio Nacional de Teatro 2013, que explica que tenía un temor «enorme» a la hora de enfrentarse a él, porque «el texto es tan potente que cuesta ponerse a la altura de la historia «. «Montenegro es un personaje muy serio y bárbaro, pero tiene un punto de humor malvado, que Valle-Inclán el filtro con una óptica esperpéntica». La escenografía es sencilla, un puente que simboliza este camino hacia la degradación moral del mundo que rodea al personaje, y sobre todo sus hijos.

PUNTO DE PARTIDA

Tanto el director del TNC, Xavier Albertí, como el director del Centro Dramático Nacional, Ernesto Caballero, se han mostrado satisfechos de que este sea el punto de partida de una colaboración que llevará también El joc de l’amor i de l’atzar dirigido por Josep Maria Flotats a Madrid en unas semanas.

Texto: Mercè Rubià

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Periodista. Teatrera. Enamorándome de la danza y del circo. Advertencia: Si la mayoría de mis recomendaciones tienen muchos aplausos no es por falta de criterio (que quizá también), si no porque prefiero hablar de las obras que me gustan. Muy lejos de querer hacer (o ser) crítica.

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