ÓPERA

Turandot: el Puccini más épico… ¡y freudiano!

El Gran Teatre del Liceu recupera, a partir del 26 de noviembre, la mítica producción de Núria Espert que inauguró el Liceu tras el incendio de 1994

Jordi Vilaró Berdusan

En un Pekín intemporal y en un ambiente de cuento de hadas, la cruel princesa Turandot sólo aceptará casarse con quien supere tres adivinanzas que ella misma propone; ahora bien, aquél que no las supere será inmediatamente ejecutado. De los muchos pretendientes que lo intentan, no lo consigue ninguno hasta que llega a la ciudad Calaf, hijo del viejo rey tártaro Timur. Calaf se enamora de Turandot nada más verla y ante la angustia de la dulce Liù, sirvienta del viejo rey y enamorada en secreto de Calaf, decide presentarse a las pruebas con una suerte diferente a los que le han precedido , lo que provocará un auténtico estruendo en la corte. Éste es el hilo argumental de Turandot (1926), la última ópera que compuso Giacomo Puccini y que dejó inacabada al morir antes de completarla (la acabó Franco Alfano).

Turandot representa la cima de la producción pucciniana, tanto desde un punto de vista argumental como musical. Temáticamente, esta obra muestra unas claras resonancias freudianas a la hora de reflejar la misandría de la princesa Turandot, que irá obsesionándose más y más con Calaf desde el momento en que éste supere las pruebas. Esta obsesión hará que Puccini conecte hábilmente el odio y el amor y el amor con la muerte en una vorágine de pasiones desatadas y destructoras en medio de las cuales fluctuarán los restos del viejo amor romántico que representa a la desafortunada Liù. En efecto, el sacrificio de la sufrida sirvienta resultará redentor, ya que mostrará a Turandot el camino del amor real. Una modernidad psicológica, la de esta ópera, que corre en paralelo a las innovaciones musicales que Puccini propone para acercarse a la música tradicional china (uso del pentatonismo y la bitonalidad), pero siempre en combinación con la línea melódica clásica pucciniana, junto con un despliegue orquestal espectacular, el más brillante de todas las óperas del compositor. Tanto el corazón, que tiene un gran protagonismo (Gira la cote!), como todos los roles principales de la ópera proyectan momentos musicales memorables: la bella aria de Liù, Signore, ascolta, la sentida respuesta de Calaf, Non piangere Liù, la “justificativa” aria de Turandot, In questa reggia, la celebérrima Nessun dorma de Calaf, o la última intervención de Liù, Tu che di gel sei cinta son ejemplos bien representativos y conocidos.

El Liceu recupera el montaje de Turandot que dirigió Núria Espert en 1999 con motivo de la reapertura del teatro tras el incendio de 1994, una puesta en escena sobria y clásica con un final no exento de polémica. Alondra de la Parra y Diego García Rodríguez se alternarán en la dirección de la orquesta del Liceu; en cuanto a las voces, el montaje garantiza una indiscutible calidad al contar con cantantes tan reconocidos y solventes como el tenor Michael Fabiano (Calaf), las sopranos Elena Pankratova (Turandot) y Maria Agresta (Liù), el bajo Marko Mimica (Timur) ) e incluso la presencia, aunque menor, del mítico tenor wagneriano Siegfried Jerusalén (Emperador).

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