Redactor: Iván F. Mula / @ivanfmula
Actor, dramaturgo y director, Francesc Cuéllar se postula como una de las revelaciones del panorama teatral más reciente gracias a su participación en Los bancos regalan sandwicheras y chorizos de José y sus hermanas (compañía que ya prepara su segundo espectáculo) y el estreno de My Low Cost Revolution, una obra escrita y dirigida por él, entre otros proyectos de los que nos ha empezado a avanzar ya alguna cosa.
FRANCESC CUÉLLAR: Soy un culo inquieto. Siempre tengo la necesidad de hacer muchas cosas. Evidentemente, me he formado como actor en el Institut del Teatre y hace años que vivo de la profesión, por lo tanto, si hay algo que puedo decir de verdad, es que soy actor. Pero siempre he tenido la necesidad de explicar cosas y llevo escribiendo desde muy pequeño. Aun así, no ha sido hasta hace poco que me he atrevido a llevar mis ideas a escena. Tengo ganas de probar y de no quedarme nada dentro. Supongo que, en este sentido, me definiría también como un creador precoz o emergente.
TEATRE BARCELONA: ¿Cuándo supiste que te querías dedicar a esta profesión?
Creo que es una cosa que me fui encontrando. Cuando tenía seis meses, hice mi primer anuncio de televisión. De pequeño, hice muchos. Así que, a través de muchas experiencias en platós y rodajes, empecé a ver que aquello me gustaba. Con 15 o 16 años, tomé la decisión: quería ser actor. Me hicieron una prueba para la serie de TV3 Kubala, Moreno i Manchón y me cogieron. También hacía teatro amateur. Más tarde, después de estudiar tres años de comunicación audiovisual, decidí presentarme al Institut del Teatre y, afortunadamente, entré. Era lo que realmente me hacía feliz.
¿My Low Cost Revolution es la primera obra que escribes y diriges?
En mi pueblo, Sant Sadurní d’Anoia, tenía un grupo de teatro e hicimos cuatro o cinco obras escritas y dirigidas por mí. Pero es cierto que My Low Cost Revolution es la primera pieza que he presentado en un circuito comercial en Barcelona y que he concebido desde una perspectiva suficientemente consciente como creador: sabiendo lo que quiero que pase en el escenario y lo que quiero aportar yo al teatro.
¿Cuál es el origen de este proyecto?
Originalmente, me apetecía trabajar con estas tres actrices: Agnés Jabbour, Glòria Ribera y Paula Sunyer. Así que les propuse hacer una especie de laboratorio de creación. Estuvimos probando cosas que tenía en la cabeza y que me apetecía que pasaran en un escenario. Al principio, no tenía más objetivo ni finalidad. Pero, entonces, nos ofrecieron la posibilidad de estrenarlo en La Vilella y pensé que era una buena manera de acabar el experimento. Pero lo hicimos y nos salieron más actuaciones y así hemos llegado a la Sala Atrium, esta vez, con la incorporación de Nikole Portillo sustituyendo Paula Sunyer.
¿Por qué escogiste hablar de este tema?
Era un momento en el que, a nivel social y político, estaban pasando muchas cosas y yo me cuestionaba a mí mismo cómo era mi implicación con todo aquello. Sentía que había una contradicción: yo era muy crítico e intentaba que el mundo fuera algo mejor pero nunca acababa de accionar nada. Me veía limitado porque tenía que dar mucho mí para poder ser, de verdad, radical y revolucionario pero no estaba dispuesto a entregarme totalmente. Esta fue la premisa que se los di a las actrices para empezar a crear. A partir de esto, ellas proponían cosas y yo les iba escribiendo textos. Fue un proceso muy bonito.
¿Crees que las revoluciones todavía existen?
Encuentro que, desde hace un año, toda mi generación está mucho más politizada pero, en el mismo tiempo, tengo la sensación que no pasa nada. El día siguiente del 1 de octubre, con todo el que nos hicieron, todo seguía igual. Más tarde, salíamos y llenábamos Vía Laietana con llumetes… y parecía que algo estaba pasando pero, otro golpe, el día siguiente, nada cambiaba. Ahora tenemos una conciencia mucho más crítica pero no accionamos nada hasta las últimas consecuencias. Esto es el que intento explicar, formalmente, a la obra y es el reflejo de aquello que veo que pasa a la sociedad.
¿Cuál es, pues, tu concepto de revolución?
No lo tengo muy claro. Es una de las dudas que planteo en la pieza. Lo único que tengo claro es que es una cosa a la que tienes que entregar toda tu vida. No se puede hacer la revolución en tus ratos libres.
¿Cómo valoras, finalmente, la experiencia de trabajar con estas actrices?
Ellas son maravillosas. Son unas bestias. Hacen un poco lo que quieren y a mí eso me encanta. Sólo hay una cosa que les exijo: el texto lo tienen que decir tal y como está escrito. Es mi única parte purista. No se pueden inventar nada. Con el resto, soy muy flexible. De hecho, casi todo lo que pasa en escena ha surgido de propuestas de ellas. Son muy libres y eso es genial porque ves que se lo pasan muy bien sobre el escenario. Cuando les propones algo, se dejan la piel… y eso me parece precioso. Las quiero mucho a nivel personal y a nivel profesional las admiro profundamente.
¿Existe el tapón generacional, según tu experiencia?
Yo ahora mismo no lo noto porque tampoco me muevo por un circuito donde lo pueda notar. Los proyectos que quiero sacar adelante los estoy pudiendo sacar adelante. Lo que sí que noto es, como decía Carla Rovira en una entrevista reciente, el problema de la precariedad. Cuando llamo a ciertas puertas, me ignoran y, en cambio, otras me las abren pero son precarias. Tengo que estar en compañías teatrales, proyectos personales y trabajar por las noches en discotecas para llegar a fin de mes. Si no existiera la precariedad y nos pudiéramos concentrar sólo en trabajar como artistas con dignidad y estabilidad económica, podríamos hacer nuestras piezas en unas mejores condiciones, se nos abrirían más puertas y daría igual el tapón generacional.
¿Qué ha supuesto para ti formar parte de Los bancos regalan sandwicheras y chorizos?
He notado un antes y uno después, profesionalmente. El hecho de estar nominados a una serie de premios hace que, como actor, tengas mucha visibilidad. Además, me está dando la oportunidad de poder actuar en un montón de lugares en los que yo había deseado mucho estar. Estamos de gira casi cada fin de semana y esto, prácticamente, nos está permitiendo vivir de las actuaciones. También he conocido a muchas personas a partir de formar parte de este montaje porque se han interesado por nosotros. Me siento muy agradecido.
¿Qué nos puedes explicar de la nueva pieza de José y sus hermanas?
Se llama Arma de construcción masiva. La estrenamos en el TNT y en febrero estaremos al Tantarantana. Habla sobre la educación. Toma el relevo de Los bancos… porque también habla de memoria histórica y de desenterrar cosas sobre nuestra educación. Pero, en este caso, hemos partido de historias personales para llegar a algo más colectivo. Un poco el proceso inverso.
También te veremos esta temporada como creador en la Sala Hiroshima…
Sí, en una pieza que, de momento, se llama Drawn Together. Esto es una invención de Gaston Core y la Sala Hiroshima que consiste en que dos artistas se encuentren y creen un montaje juntos. Este año, nos lo han propuesto a Albert Arribas y a mí. Haremos residencia durante unas semanas y estrenaremos en abril. De momento, no os podemos avanzar nada. Todavía nos estamos conociendo y viendo qué haremos. Pero es interesante que puedan pasar estas cosas.
Como actor, creador y artista inquieto, ¿cuál es, según tu punto de vista, la función del teatro?
Es una pregunta que estoy intentando responder casi desde que empecé. He pasado por épocas donde el teatro me ha servido para una cosa y, otras veces, para otra. Lo que puedo decir que he descubierto es que puede tener muchas y diferentes funciones. A algunos los servirá para hacerse famosos, a otros para ganar dinero, para una función social o para salvarse a ellos mismos. Creo que cada opción es muy respetable y que, simplemente, se trata de encontrar cuál es tu función dentro de todo esto. El teatro, en mi caso, es mi manera de expresarme, de salvarme un poco, de intentar encontrar nuevas lecturas a aquello que nos rodea y nuevas maneras de mirar el mundo. Esto no quiere decir, necesariamente, cambiarlo ni tener que hacer propuestas para que cambie. Se trata sólo de cuestionártelo, plantear interrogantes, contemplar otras posibilidades, abrir nuevas perspectivas o proponer lecturas diferentes a cosas que tenemos muy vistas. Esto es lo que intentamos hacer con José y sus hermanas y lo que yo intento hacer también con mis espectáculos: romper prejuicios, explorar los límites y decir que las cosas pueden ser de otra manera.
Redactor: Iván F. Mula / @ivanfmula