Els Joglars: "El esfuerzo y los límites son tabúes en la educación"

Entrevistamos Ramon Fontserè, actor, dramaturgo y director de Els Joglars, y la actriz Dolors Tuneu, que presentaran en BarcelonaVIP en el marco del Festival Grec 2015.

Los dos intérpretes de la obra nos hablan de los pequeños dictadores del día a día que protagonizan el último montaje de la compañía, pero también del teatro como ritual, de las formas en las que muta la censura actualmente y de que ya no quedan artistas como Dalí o Josep Pla.

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VIP es una crítica al trato de Very Important Person que han alcanzado los niños con los máximos privilegios: Una educación sobreprotectora que los convierte en víctimas y a la vez verdugos, pequeños monstruos egoístas que desconocen límites, perpetúan el sufrimiento de los profesores y que chocarán con una edad adulta sin herramientas ni valores. La han visto hasta ahora 20.000 espectadores, «¡pero el estreno será en la BARTS!», donde se hará por primera vez la versión en catalán. Bajo la dirección de Fontserè, que es también autor de la dramaturgia con Martina Cabanas, subirán al escenario los intérpretes joglarians Pilar Sáenz, Xavi Sais y Xevi Vilà, junto con nuestros entrevistados, Fonsterè y Tuneu.

Teatre Barcelona: En un momento convulso a nivel político, habéis dirigido la mirada a la infancia, al inicio, al útero. ¿Por qué?

Dolors Tuneu: Nuestra sociedad comienza a partir de cómo subimos a los que serán los futuros ciudadanos. Siempre hemos trabajado observando la realidad e intentando darle la vuelta, para desvelar un poco lo que nos pasa desapercibido. Els Joglars hemos tocado la política en muchos momentos, hemos tocado el tema de la religión, de la cocina, del arte, y este es uno de los temas que no habíamos tocado, y que ha surgido de poner el foco sobre realidades que a veces pasan desapercibidas y parecen menos importantes: Como los niños han sido víctimas de una época con superabundancia, de una sociedad con un estrés que provoca que los padres sientan culpabilidad por la falta de tiempo real que tienen, y de una manera de hacer las cosas hacia el niño, de querer darle todo para contraponer un pasado y evitar unos complejas. Nosotros no decimos si está bien o no, sino que lo reflejamos, nos preguntamos si es este el camino a seguir o no.

Ramon Fontserè: VIP políticamente toca un tema tabú, que no se había tocado nunca, y es este de la infancia. Reflexiona sobre una sociedad donde el tema de tener un hijo ha cambiado mucho, antes era algo como más natural, mucho más normal. Mi generación somos de una época con una cierta rigidez y una cierta disciplina y ahora es un poco el sálvese quien pueda, el péndulo ha ido hacia el otro lado. Nos han parecido muy interesantes todas estas variaciones en la relación respecto al niño, sobre todo el fanatismo de los padres para con el hijo. No pretende ser un espectáculo didáctico porque no somos expertos. Iluminamos un problema que vemos, esta tiranía de los VIP, para que el público salga con la duda de si está haciendo bien lo que hay.

TB: ¿Cómo fue el proceso de creación, partiendo de esta idea?

R. Fontserè: Del proceso nos pareció interesante, primeramente, como crear un niño a través del juego teatral, al igual que en la anterior obra (El coloquio de los perros) era crear un perro. Cabe decir que nosotros no nos esforzamos en ser niños, no hacemos una parodia. Hacemos una interpretación de tipo expresionista, buscamos a través del expresionismo dar el punto que permita al público entender bien lo que queremos decir. El padre es como un insecto ante el niño pequeño, y el niño es como un monstruo ante el padre: Jugamos con estos elementos de la metáfora, la simbología. Las escenas están enlazadas rítmicamente, por asociación de ideas o de sentimientos, y el trabajo es un ceremonial. Un ceremonial roto únicamente con unos flashes que retratan la realidad más cercana.

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TB: Nos puedes poner un ejemplo de estos flashes de realidad?

R. Fontserè: Por ejemplo, cuando los padres hablan de los hijos mucha gente se siente identificada. «¡Será el niño más inteligente del mundo!», «¡Sólo viviremos por él!», «Será un genio!» «¡Por la edad que tiene, debería ir a un colegio especial, porque será un coco! «… Estas cosas que oímos decir a todos que es padre o ha sido padre. Los actores las interpretamos mediante un micrófono corpóreo, inalámbrico, que es un poco como la televisión: La realidad de hoy en día es la televisión. El ceremonial está roto por estos flashes de la realidad, no sólo hay expresionismo, también aterrissades brutales a la realidad que se allí donde el público se ve retratado.

TB: La televisión es también un elemento que influye en los niños. ¿Qué otros factores creadores o sufridores de estos «monstruos» aparecen en la obra, además de los padres?

D. Tuneu: Los padres intervienen de manera directa pero eso es cosa de la sociedad y sus valores en su conjunto. Aparece el mundo de la escuela, la educación, y como de alguna manera se ha ido acotando el espacio de los profesores. Hemos hablado con pedagogos y con maestros y uno de los problemas que tienen es la sensación de que los valores de una época pasada, más gris y oscura, ahora son unos prejuicios y unos complejos de esta época: En lugar de quedarnos en un camino de grises, nos hemos ido al otro lado.

TB: Algunos profesores creen que en algunos sentidos se ha ido a peor?

D. Tuneu: Hay cosas que tal vez ya estaban bien haciéndolas diferentes, como que el niño sepa que hay que hacer un esfuerzo, que debe aprender y que no todo es válido … También planteamos el gran problema de los límites: el niño es como un animal y siempre está buscando el límite: «Haré un paso más, ¿a ver?, No pasa nada, haré otro…» Y si no hay nunca un límite es cuando de esta edad acolchada por los padres y la familia pasa a ser adulto, está solo, no sabe qué hacer y no tiene ninguna herramienta. Es aquí donde empieza el problema del niño, lo que será el adulto, el individuo que se encontrará esta sociedad.

TB: ¿Qué anécdotas os explican los profesores?

D. Tuneu: Uno de los temas que sacamos es que ahora se ha sobrediagnóstico el TDH. Hay niños con ciertos problemas, pero posiblemente son una minoría en comparación con el empastillament que se hace de muchos niños. Un profesor nos decía que cuando un niño no presta atención le dice: «¡Es que soy TDH!» (imita voz de niño). «¿Y?» ¿Se es intocable para tener TDH, o qué pasa aquí? Tienes un problema de que te cuesta concentrarte, pero tal vez esto no quiere decir que tengas un problema médico.

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TB: Y también está el problema de la falta de autoridad.

D. Tuneu: Los profesores han perdido cierta autoridad ante los padres, y los padres delante de los niños. Y esto quiere decir que un niño se atreve a decir cualquier cosa al profesor para que el padre se pondrá de su parte sin escuchar qué ha pasado. Estos no-límites de los niños les mostramos dentro de la propia familia. El niño quiere esto, y si tú no explicas que esto no toca… Hay una sensación de que esto es un tema tabú, que en la educación cuesta mucho tratar y que es muy incorrecto hablar del esfuerzo, de que hay límites, como si fuera muy negativo. Este es un poco el conjunto de valores que hemos puesto socialmente en muchos ámbitos. Y aquí es donde está la reflexión, porque la sociedad es donde creamos estos valores.

TB: ¿Cómo se estructura el espectáculo? ¿Vemos este desarrollo del niño?

D. Tuneu: El espectáculo tiene dos partes: En la primera vemos este niño desde que nace, acolchado y tratado como si fuera un rey o un dios, hasta que pasa de tener la corte de los familiares en la corte de los amigos, y vemos cómo se comporta, en la segunda parte.

R. Fontserè: Es un VIP que tiene fecha de caducidad, porque pierde esta condición cuando pasa a ser adulto. A través de las conversaciones que hemos hecho con profesionales de la educación, vemos que hay un problema en esta abundancia, esta sobreprotección y esta falta de reprimir, porque educar también es reprimir y transmitir unos valores. Si todo esto no se hace, hay un efecto boomerang y es imposible conseguir lo que es lo contrario de lo que es ahora el niño: Educado, conociendo sus límites y con un comportamiento amable. Los padres lo hacen para bien, por prejuicios o para dar lo que ellos habrían querido que les dieran sus padres, y el péndulo ha ido de un lado a otro… Pero lo podríamos detener.

TB: Es la falta de valores de la que hablan filósofos contemporáneos como Zygmunt Bauman: De una sociedad líquida donde no se valora el esfuerzo y la gratificación es la abundancia y la satisfacción inmediata.

R. Fontserè: Y el consumo, también.

D. Tuneu: Satisfacciones que se agotan rápidamente.

TB: ¿Coincidís con esta teoría?

D. Tuneu: Planteamos que esto es lo que está pasando, y evidentemente lo maximizamos. Es un espectáculo de una hora y veinte minutos, y con este expresionismo que comentaba Ramon lo que nos interesa es hacer una fotografía de esta realidad, que evidentemente no es que sea tan absoluta, pero sí una parte importante existe. No sabemos donde irá a parar todo esto. Hay como una desidia, una apatía, una falta de interés y curiosidad y lo mostramos con los padres, con la enseñanza, como representación de la sociedad. Y el niño como víctima de esta manera no del todo acertada de hacer. No damos una solución para que no la sabemos, no es moralista.

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TB: ¿Qué reacciones ha tenido, en las funciones que ha hecho hasta ahora?

R. Fontserè: Cuando hay estas inmersiones en la realidad hay como una especie de catarsis silenciosa para que la gente se ve reflejada con lo que rescatamos de la realidad. Aunque hay muchos comentarios que nos han dicho son de: «Mi hijo no es un VIP, no lo educo así»… En el espectáculo planteamos también el intervencionismo de los padres hacia los hijos, como el control con el móviles, que en nuestra época no existía. Y todo esto dicho con humor, con sarcasmo. El espectáculo va desde la concepción teatral del VIP hasta la antagonització: Es muy plástico, muy visual, muy directo, y entra de una manera muy sensorial.

D. Tuneu: Hemos tenido muchas experiencias de gente que se dedica a la educación, y aquí sí hay una catarsis muy importante. Profesores y pedagogos nos han dicho que a partir de ahora no recomendarán conferencias, sino que la gente venga a ver VIP. Porque es la sensación de que alguien ha puesto sobre el escenario algo importante que suele pasar desapercibida. Están sufriendo muchos profesores, realmente, por los que el día a día se ha convertido en algo muy complicado poder educar, algo de sentido común, dejando de lado la parte de violencia y agresividad. Aquí sí que ha habido mucha empatía, una comprensión directa.

TB: ¿Y algunos padres han confesado sentirse identificados, también?

D. Tuneu: Sí, este «monstruo» lo construimos a partir de órdenes muy cotidianas, y esto ayuda a entrar. No es un pequeño dictador que mata personas o corta cabezas, sino un pequeño dictador que decide qué come y qué no come, que se pone y qué no se pone. Hay muchos padres que se sienten identificados, como Alba misma (la productora, que nos acompaña), y que, por ejemplo, han sido horas y horas para quitarle al hijo las zapatillas para ir a dormir, y como acaban agotados dejan que se vaya a dormir con las zapatillas puestas. Todo el mundo dice: «Esto lo he hecho, esto también … pero no he dejado que llegara aquí!», Y es cierto, porque los casos extremos, como aquellos niños que quemaron una mujer en un cajero, por suerte no son la mayoría. Es normal que los padres no se reconozcan hasta el final.

Alba Espinosa (productora): Vas diciendo: eso sí, eso sí… ¡Pero eso ya no eh! (Ríe)

D. Tuneu: La gente sale hablando especialmente de la obra. Hay otras obras que al salir se habla del trabajo de los actores, pero en esta se habla del tema: Por lo tanto significa que importa e interesa la actitud de cada uno de nosotros sobre cómo encaramos la niñez y cómo encaramos el mundo. Quizás hay unos valores que no ponemos en el lugar que nos tocaría para ser más sensatos.

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TB: ¿Y qué tiene el teatro que le permite poner en la conciencia y las conversaciones un tema y llegar hasta este punto, el espectador?

R. Fontserè: Cualquier medio podría, pero el teatro tiene el ritual, la ceremonia. El teatro es ancestral: En la religión católica le va muy bien porque practica estos rituales y tiene un público fantástico. El teatro es un magnífico lugar donde iluminar estas partes de la sociedad a las que no se da importancia por mecanizado o por pereza, y bien que se ponga sobre un escenario, que se ponga en duda el tema de la educación. Y como decía la Dolores, el público habla mucho de lo que se plantea sobre el escenario, que nosotros les hemos planteado, este gran duda de si se está haciendo bien.

D. Tuneu: Con un lenguaje metafórico, con sentido del humor que te distancia y te da la inteligencia de poder reírse de una situación donde has visto reflejado. Desde un lugar ritualística, creas esta catarsis, que es muy diferente de la información o el entretenimiento de la televisión. Els Joglars ha hecho un teatro siempre partiendo de la realidad, pero jugando con elementos muy teatrales. Somos un poco txekojvians, más metafóricos y poéticos: Para explicar algo muy oscura le puedes dar una pincelada que, sin tener que explicar casi nada, pone dentro del espectador, con el directo absoluto.

TB: De persona a persona, sin pantallas.

D. Tuneu: Tu respiración es la respiración del espectador, tus silencios … Es un juego con el espectador y tú notas su ritmo, si va contigo o no contigo. Y si esa persona sale mínimamente modificada, en el sentido emocional, de plantearse cosas que no se había planteado, has conseguido mucho.

TB: Desde una compañía con tanta trayectoria y reconocimientos, en la que Ramon lleva 32 años, que ha tratado muchos temas muy incómodos y ha llegado a recibir amenazas de muerte … ¿Cómo veis ahora los escenarios?

R. Fontserè: Los años 80 eran unos años de transición entre la España que salía del franquismo y la primera victoria del Felipe Gonzalez, y eran unos tiempos convulsos y recibimos de todo: Amenazas de muerte, atentados… Ahora eso no se produce, afortunadamente ha cambiado, pero la censura puede venir de diferentes maneras. Siempre va cambiando de formas, pero siempre ha habido censura y los que nos dedicamos a esto lo sabemos.

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TB: ¿Y qué forma tiene ahora, la censura?

R. Fontserè: Ahora la censura es, por ejemplo, cuando la cultura está en manos de los políticos. Es muy de cajón. Sabes que si estás bien con alguna gente, esa gente te dará … Han desaparecido los Mesenia, que tenía Cervantes y que tenían al Renacimiento, que eran hombres que amaban el arte.
D. Tuneu: También existe la autocensura, como de alguna manera te pones unos límites … Pero creo que con el arte debe haber cierta valentía. Sabes que ciertas acciones tienen consecuencias como, obviamente, si te pones con un político. Ubú President tuvo consecuencias, y te planteas si hacerlo o no hacerlo. Yo creo que hay que hacer, porque es una de las funciones que tiene el arte.

TB: ¡Y además resultó muy acertado!

D. Tuneu: ¡Sí! Hicimos tres y todo el mundo nos pide que no hagamos el cuarto! Albert Boadella dirigió el primero al 81. Como decía Ramón, ha cambiado el tiempo, ahora también existe la censura del silencio, muchas veces. En El coloquio de los perros hacíamos el planteamiento de como a veces en nombre de la libertad colectiva acotamos mucho la libertad individual. Hablamos mucho de libertad, sin embargo, somos tanto libres, si lo comparamos con otros momentos? También puede haber una censura social, tiene muchas formas. A veces el problema está en que con una censura muy concreta tienes claro el enemigo, pero otros la sientes y no sabes hacia dónde. Hace poco hemos visto Un enemigo del pueblo en el Teatro Libre, y la que sale es un tipo de censura que puede pasar y pasa. El público ha cambiado también, porque la transición quería y necesitaba que se reivindicaran cosas. Creo que el teatro tiene que conectar mucho con el público joven. Nosotros tenemos detrás una generación que, como Albert, tienen 70 años, y creo que nuestro objetivo está en como conectar, saber comunicar y llegar a un público con el que seguramente es más complicado que estén viendo una obra de 3 horas, es una velocidad diferente. Ahora en el teatro hay menos paciencia, pero esto aún no ocurre en Latinoamérica, donde hemos visto unas ganas de estar en el sillón tanto tiempo como sea posible que aquí no hay.

TB: ¿Creéis que debe ser el teatro el que se adapte, o el público debería tener un papel más activo?

D. Tuneu: Creo que tiene una relación. Nosotros somos responsables de saber llegar, y debe haber la responsabilidad del espectador de querer encontrar. Por muy bien que lo hagas, si no llega se queda allí, y el teatro sin público no es nada. También por eso la educación es muy importante, entenderla como un todo y darle más importancia a cómo debemos enseñar, que la comunidad siga siendo importante y no haya un cambio en la educación cada vez que cambie el gobierno, que no se desestabilice todo. Se debe entender que tiene que haber un proceso, y este proceso es lento. Tenemos que conseguir que el nano tenga las ganas y la curiosidad de ir al teatro, porque ha ido y le ha llegado. No es fácil, porque ya ha pasado la época del teatro de masas, de llenar pabellones, que la compañía ha vivido.

R. Fontserè: Era una época en la que la sociedad necesitaba salir para ver, tenía una curiosidad bestial y el teatro era como un acto litúrgico. Ahora también está el público del síndrome de Estocolmo (río), que le gusta que le jodan unos rollos impresionantes y que aplaude porque se moda o queda guay o tiene unos prejuicios enormes … Pero el teatro siempre será un arte que sobrevivirá, es un arte grosero, al por mayor, que no afina tanto como otros como la literatura, pero a pesar de todo es algo que el hombre lleva dentro. Siempre se explicarán historias y siempre se seguirán los ejemplos de Molière, de Aristófanes, de Shakespeare, de Chéjov o del Boadella, de artistas que observan la sociedad. A detrás de una sátira puede haber un gran moralista que intenta reformar o mitigar los defectos de una sociedad que pone en el escenario. Moralista no en el sentido religioso, sino de moras, de costumbres, para intentar corregir los defectos. Creo que siempre será así, es un arte que por suerte no se puede piratear, es el ritual en directo: sólo quedan los toros, el teatro y las misas.

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TB: Hace tres años que Ramón está al frente de la compañía. ¿Cuál será el nuevo reto? ¿El de conectar con los jóvenes, como comentaba Dolors?

R. Fontserè: Hombre, con los jóvenes yo estoy contento, ¡eh! El reto es continuar llevando adelante. No puedo hacer predicciones porque todo es muy frágil y todo cambia, lo que hacemos es lo que nos gusta y nos divierte hacer. Nos consideramos unos privilegiados de poder seguir haciéndolo, a pesar de los tiempos. Es el amor fáctico, que decían los antiguos, de aceptar los tiempos que corren.

TB: Para terminar, queremos hacerte la pregunta obligada con los tiempos que corren: ¿Habrá un cuarto Ubú?

R. Fontserè: ¡No tengo nada de ganas! No es un personaje que me atraiga. Para mí Ubú es una anécdota. Quizás me gustaría más un Pla o un Dalí, que son artistas.

TB: ¿Y hay algún artista contemporáneo que se le pueda poner al nivel de estos dos?

R. Fontserè: No sé… Ahora no me viene ninguno, de gran personaje, como era el Dalí… Porque Messi es muy bueno en fútbol (ríe), pero no veo esos hombretones que habían antes, que eran artistas pero también venían de una escuela, de un trabajo, de piedra picada…. Ahora no se me ocurre ninguno. El Plan, si levantara ahora la cabeza y viera estas dos monjas en la televisión y todo eso, diría «váyase hombre ¡váyase!», ¡se volvería a la tumba!

TB: ¿Queréis añadir algo?

D. Tuneu: Que VIP es en catalán y nos hace ilusión, ¡hace mucho tiempo que no hacíamos!

Podréis ver VIP en el marco del Festival Grec 2015, entre el 1 y el 8 de julio. Encontraréis toda la infromación de horarios y entradas en la ficha del espectáculo, a continuación. También podéis presentaros al concurso, en este enlace, i ganar una de las 10 entradas dobles.

Fotografías: David Ruano

Texto: Neus Riba

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