En la Barceloneta se hacen muy buenas paellas, pero en el Poble Sec también. Los domingos al mediodía en La Vilella hacen teatro y paella vegetariana con toques de comedia ácida.
De una persona de 30 a 35 años se espera que tenga una pareja estable, un trabajo, hijos. Y que ahora, con la crisis, dé gracias si tiene trabajo -aunque esté explotada- y que si no lo tiene, se la invente. Pero esto de emprender, aunque se diga y repita cada día que es la salida a la crisis, ni es tan fácil ni lo ponen tan fácil. O así es como lo ven Marta Vila y Francesc Gil, la pareja protagonista de Paella a l’atur. Un actor sin trabajo y una profesora de secundaria que tiene masa y que, en la vida real y en el escenario, intentan salir adelante montando un pequeño negocio de paellas a domicilio pesar topar con todas las trabas administrativas y económicas habidas y por haber.
Vida real, condensada y salpimentada, un documental guionado y una obra de teatro donde mostrarlo. Esta es la receta del espectáculo que dirige Laia Alsina en La Vilella. Vida real para que los dos protagonistas, en Francesc y Marta, se interpretan a sí mismos «apallassats y condensados». Un documental, porque antes de llevar la obra al escenario se rodó un documental de la situación de esta pareja. Y una obra, porque es en el escenario donde se proyecta el documental y se retrata a través de la comedia ácida una historia de crisis no sólo económica, sino también de pareja, y de políticas de país donde, a pesar de que el lenguaje absurdo que se usa a menudo no es real, sí lo es lo que se dice.
«Desde el primer momento nos planteamos que fuera un 50% audiovisual y un 50% teatro», dice Alsina. La realizadora, Mireia Giró, explica que buscaba en todo momento la naturalidad y la pérdida de conciencia por parte de los personajes que se les está grabando porque no pareciera impostado». En cambio, las imágenes, en un lenguaje similar a la serie The Office, sí buscan la ironía con zooms y miradas a cámara. «El reto es enlazar todo», reconoce la directora. «Primero hicimos la grabación y luego la dramaturgia a través de improvisaciones guiadas con el añadido de que deben interpretarse a sí mismos sin compartir los objetivos de la obra donde él, por ejemplo, se olvida que quiere ser actor y termina conformando». Así, con situaciones que han vivido los diferentes miembros del equipo se acaba hablando de paro, docencia o la relación con la administración y los bancos.