El coreógrafo Marcos Morau, director de la Compañía La Veronal, retoma en Sonoma las esencias de una pieza que creó en 2016 a partir de la figura del cineasta surrealista Luis Buñuel, renunciando a construir significados y convirtiendo en extraño lo que nos resulta más cotidiano.

Sonoma es una palabra que no existe en el diccionario. Sin embargo, contiene partes del griego soma (‘cuerpo’) o del latín sonum (‘sonido’). Cuerpo de sonido y sonido del cuerpo. Hoy vivimos la historia a toda prisa, tan rápido que apenas podemos seguirla. Podría decirse que caemos hacia adelante y que, durante esta caída acelerada, como en una montaña rusa, gritamos. Sonoma sería ese sonido del cuerpo al caer, la rabia del ser humano por seguir creyendo que estamos vivos, que seguimos despiertos. Sonoma es el grito del hombre sometido a ese ritmo, límite de su existencia, del que sale el aullido primitivo del cuerpo, el pulso de la humanidad por sobrevivir y por sentirse viva. Sonoma es la certeza de que lo virtual y lo digital ya solo pueden ser superados por un regreso al origen.

Marcos Morau retoma las ideas esenciales de la pieza que creó en 2016 para el Ballet de Lorraine Le Surréalisme au service de la révolution, a partir de la figura de Buñuel, acerca de la Calanda rural y el París cosmopolita, entre la disciplina jesuítica y la libertad surrealista. Ahora, todo ese microcosmos se desarrolla y se amplía en Sonoma, para su proyecto con La Veronal. Sonoma nace de la necesidad de volver al origen, al cuerpo, a la carne, para perderse en un viaje entre el sueño y la ficción donde lo humano se encuentra con lo extraordinario. Porque, además, Sonoma significa ‘valle de la Luna’, en lengua indígena. Según el mito, la Luna viene a acurrucarse en sus llanuras cada noche. Y allí los gritos, los alaridos y las detonaciones de los tambores conforman un pulso hipnótico, como el de una nana infantil que, lejos de sobreestimularnos, nos acompaña y nos calma.

Buñuel no ha sido nunca tan actual: pudo ver perfectamente lo que nos deparaba el futuro cuando encontró en el ruido de los tambores de Calanda y todo el Bajo Aragón, ese grito dirigido sin rodeos a las vísceras. Porque Buñuel ya estuvo aquí, escuchando cómo suena el abismo que se abre cuando es libre la imaginación humana, pero no es libre el hombre.

 

Duración:
Idioma:
Francès amb sobretitulació en català
Fotos y vídeos
Opiniones del espectáculo 1
  • JOSE GABRIEL DEL VIEJO
    JOSE GABRIEL DEL VIEJO
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