La noche de los muertos vivientes ¡Live!
Comedia, Misteri, Thriller

La noche de los muertos vivientes ¡Live!

Estreno absoluto estatal, La noche de los muertos vivientes ¡Live! es la única producción oficial autorizada por los herederos del maestro del género de terror George A. Romero que, con esta película del 1968, se ganó un lugar de honor a la historia del cine.

El montaje desplegará un amplio abanico de los recursos más propios de la serie B, en un festival de zombis, vísceras y sangre… ¡Mucha, mucha sangre! El público podrá elegir, en el momento de comprar la entrada, la zona en la que se quiere sentar en el teatro puesto que, dependiendo de la localidad, tendrá una vivencia del espectáculo completamente diferente.

Sinopsis

Un grupo de extraños se esconden en una granja. Se acercan hordas de muertos vivientes y zombis devoradores de cerebros.
Si tan solo pudieran encontrar alguna manera de mantenerse con vida…

¿Qué podría salir mal?
Más que una simple recreación de la historia, la obra celebra la historia y la influencia de la película. A través de una serie de múltiples finales, los personajes se enfrentarán a diferentes problemas y desafíos mientras intentan desesperadamente sobrevivir a la noche.  Sin embargo, sus personalidades e intereses propios siempre parecen impedir que el grupo trabaje en conjunto. Lo que nos deja a todos preguntándonos:

¿Alguien podría sobrevivir a una noche de muertos vivientes?
La noche de los muertos vivientes ¡Live! entretendrá a los fanáticos del terror y la comedia por igual cuando nos unamos a una banda de desafortunados sobrevivientes que intentan encontrar una manera de sobrevivir y pasar la noche.

Basada en la incomparable película de 1968 de George A. Romero, La noche de los muertos vivientes ¡Live! es un homenaje a la icónica obra de terror. Vive la experiencia teatral inmersiva de uno de los lanzamientos más influyentes de todos los tiempos como nunca se ha vivido antes. El show examina con amor la película y bordea la línea entre lo terrorífico y lo divertido.

  • Zona Splash: La experiencia más inmersiva del show. Acceso exclusivo al Scary Tour. Los mejores asientos del teatro. Impermeables para cubrirse de la sangre, las vísceras y los pedazos de cerebro.
  • Zona preferente: Zona supuestamente segura. Acceso exclusivo al Scary Tour. Los asientos más próximos a los zombis.
  • Zona central: Vive la experiencia alejada de los zombis con una excelente visión panorámica del escenario.
  • Zona lateral: Vive la experiencia desde la zona lateral donde (en teoría) no encontrarás ningún zombi cerca tuyo.
  • Zona superior: Vive la experiencia desde la zona más alta donde (en teoría) no encontrarás ningún zombi cerca tuyo.
Duración:
Idioma:
Castellano
Edad:
A partir de 8 años
Sinopsis

Un grupo de extraños se esconden en una granja. Se acercan hordas de muertos vivientes y zombis devoradores de cerebros.
Si tan solo pudieran encontrar alguna manera de mantenerse con vida…

¿Qué podría salir mal?
Más que una simple recreación de la historia, la obra celebra la historia y la influencia de la película. A través de una serie de múltiples finales, los personajes se enfrentarán a diferentes problemas y desafíos mientras intentan desesperadamente sobrevivir a la noche.  Sin embargo, sus personalidades e intereses propios siempre parecen impedir que el grupo trabaje en conjunto. Lo que nos deja a todos preguntándonos:

¿Alguien podría sobrevivir a una noche de muertos vivientes?
La noche de los muertos vivientes ¡Live! entretendrá a los fanáticos del terror y la comedia por igual cuando nos unamos a una banda de desafortunados sobrevivientes que intentan encontrar una manera de sobrevivir y pasar la noche.

Basada en la incomparable película de 1968 de George A. Romero, La noche de los muertos vivientes ¡Live! es un homenaje a la icónica obra de terror. Vive la experiencia teatral inmersiva de uno de los lanzamientos más influyentes de todos los tiempos como nunca se ha vivido antes. El show examina con amor la película y bordea la línea entre lo terrorífico y lo divertido.

  • Zona Splash: La experiencia más inmersiva del show. Acceso exclusivo al Scary Tour. Los mejores asientos del teatro. Impermeables para cubrirse de la sangre, las vísceras y los pedazos de cerebro.
  • Zona preferente: Zona supuestamente segura. Acceso exclusivo al Scary Tour. Los asientos más próximos a los zombis.
  • Zona central: Vive la experiencia alejada de los zombis con una excelente visión panorámica del escenario.
  • Zona lateral: Vive la experiencia desde la zona lateral donde (en teoría) no encontrarás ningún zombi cerca tuyo.
  • Zona superior: Vive la experiencia desde la zona más alta donde (en teoría) no encontrarás ningún zombi cerca tuyo.
Ficha artística
Ver ficha entera
Fotos y vídeos
Opiniones del espectáculo 7
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Espectadores/as
  • Andreu Rami
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  • Francesc Esteve i Tomàs
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  • Jordi Casas Duocastella
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  • miguel
  • Taradete
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  • JOSE GABRIEL DEL VIEJO
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  • Josep OS
Preguntas frecuentes
¿Qué tipo de espectáculo es 'La noche de los muertos vivientes'?

La noche de los muertos vivientes ¡LIVE! no es una obra de teatro convencional. Se trata de un espectáculo totalmente inmersivo e innovador: una experiencia terroríficamente divertida donde el público juega un papel esencial. Los desafortunados protagonistas se enfrentan a un final atroz, a una muerte segura. ¿O quizá no?

Tal vez, tu puedas tener algo que decir al respecto.

Además, podrás escoger tu experiencia zombi. ¡Métete entre la sangre eligiendo uno de nuestros asientos especiales en la Zona Splashzone con acceso a nuestro Scary Tour o, si prefieres no mojarte, pero ver los zombis muy cerca, elige la Zona Preferente!

Zona Splash

La experiencia más inmersiva del Show

Incluye:

  • Acceso exclusivo al Scary Tour.
  • Los mejores asientos del teatro.
  • Impermeables para cubrirse de la sangre, las vísceras y los pedazos de cerebro.

Por dificultades arquitectónicas, esta zona con acceso al Scary Tour, no será accesible en silla de ruedas.

Zona Preferente

Los asientos más cercanos a los zombis

  • Acceso exclusivo al Scary Tour.
  • Zona supuestamente segura.

 Por dificultades arquitectónicas, esta zona con acceso al Scary Tour, no será accesible en silla de ruedas.

Zona Central i Lateral

Vive la experiencia alejada de los zombis

Una excelente visión panorámica del escenario.

Zona Superior

Vive la experiencia desde la zona más alta

donde (en teoría) no encontrarás ningún zombi cerca de ti.

La película: 'Night of the living dead'

El hombre lobo proviene de un miedo atávico; las brujas, una producción ideológica eclesiástica medieval; Drácula, un eco del feudalismo durante el Romanticismo; Mr Hyde, un reflejo freudiano, y la criatura de Frankenstein, la adaptación de Mary Shelley del monstruo antiguo a los tiempos de la electricidad. Pero el zombi es el espanto existencialista, el perfecto horror contemporáneo capitalista, cotidiano, omnipresente… las masas (muertas) en movimiento ciego.

Muchas veces tendemos a interpretar un acontecimiento de forma anacrónica. Lo vemos en el contexto en que sucedió o adjuntamos a nuestra visión consecuencias que nosotros conocemos, pero que no podían ser previstas por los protagonistas. Esto es lo que suele suceder con la película conocida como La noche de los muertos vivientes, y acabaremos haciéndolo también nosotros con el fenómeno que ha supuesto, pero tratemos de empezar sólo trasladándonos a lo que fue su confección como producto.

Hay que remontarse a finales de los años 60 en Pittsburgh, donde un inquieto grupo de jóvenes realizadores y productores de anuncios -al frente de los cuales estaba un veinteañero Georges A. Romero-, cansado del cortometraje comercial, por lo que se aventuró a hacerse la intrépida pregunta de la que están hechas las aventuras (y las catástrofes): ¿y por qué no (hacemos una película de terror)? Why not?

Producto del presupuesto

¿Y de dónde surgió este alucinante relato? Como en toda creación artística, hay unos hilos rojos que la unen con el pasado, pero que, al formar un nuevo nudo e incorporar una perspectiva inédita, son superados exponencialmente para formar un nuevo paradigma: el zombi (como decíamos, en su momento los autores no son conscientes de su rol futuro de demiurgos; por ejemplo, esta palabra no se utiliza en ningún momento de la película).

Hay mitos que han surgido colectivamente: los hombres lobos provienen de un miedo atávico; las brujas, son una producción ideológica eclesiástica medieval; Drácula, un eco del feudalismo durante el Romanticismo; Otros tienen padre o madre, pero también derivan de un contexto filosófico e histórico concretos: Mr Hyde (Stevenson), un reflejo freudiano; la criatura de Frankenstein, la adaptación de Mary Shelley del monstruo antiguo a los tiempos de la electricidad. Y el zombi (Romero) es el espanto existencialista (Sartre, “el infierno son los otros”), el perfecto horror contemporáneo capitalista, cotidiano, omnipresente… las masas (muertas) en movimiento ciego. «¿Por qué vienen todos hacia el centro comercial? Será porque aún mantienen un recuerdo del sitio que les dio mayor satisfacción en vida.» (diálogo de los dos cínicos SWATs asesinos de inmigrantes caribeños y moteros muy vivos en El Amanecer de los Muertos, segunda parte de la trilogía –interpretados en el siempre innecesario remake de 2004 por los graníticos Ty Burrell y Ving Rhames- que, obviamente, culminaba en el enfrentamiento hawskiano y carpenteresco entre científicos y militares de El Día de los Muertos). Por cierto dicho centro comercial existe y es visitable. Está situado en Monroeville, Pennsylvania, y alberga un museo dedicado a los zombi en la cultura popular (que se trasladó de 2013 a 2020 a Evans City, PA, donde se filmó la primera parte de la saga).

Y en concreto las brasas culturales subyacentes que generan esta lluvia de chispas serán, por una parte, la invasión y apropiación simbólica de Haití en 1915 por parte de los EEUU, y la novela distópica de mediados de los años 50 (envueltos en paranoia atómica) Soy Leyenda, de Richard Matheson. Hasta Romero, los zombis eran la encarnación del esclavismo sufrido por los negros haitianos convertida en ritos vudús de control del cuerpo de vivos y cadáveres recientes. Su influencia en EEUU llevó a la realización de ciertas películas aisladas como White Zombi (1932), con Bela Lugosi, y la archiconocida I walked with a Zombie (1943), de Jacques Tourneur. En cuanto al esquema literario que inspiraría y dejaría atrás Romero, Night of the Living Dead vendría a ser su segunda, no acreditada en muchos medios y sin vampiros, adaptación cinematográfica, tras El último hombre sobre la Tierra (1964), con Vincent Price, y antes de The Omega Man (1971), con Charlton Heston (y corramos un tupido velo sobre la cuarta versión, la única de título homónimo al escrito, con un improbable Will Smith como protagonista).

En pleno año 1968, estas cenizas aún calientes serían violentamente atizadas por el contexto político apocalíptico de fin del American Way of Life que tan clara (u obscura) mente se refleja en el film: la guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles; aunque para ser justos, y no crear otras “leyendas”, estamos adentrándonos en una interpretación a posteriori de la producción como hemos mencionado al principio, ya que tanto el actor, el suave y malogrado Duane Jones, como el director negaron repetidamente que la negritud del su piel afectara a su selección para el rol, aunque también han admitido que fueron conscientes del seísmo que suponía –Romero llega a declarar que sobre todo se dio cuenta tras oír del asesinato de Martin Luther King Jr. por la radio- y, desde nuestro punto de vista futuro, podamos advertir claramente que cambió totalmente muchos de los significados políticos, y sobre todo la acogida pública de su película.

Al fin y al cabo, los hechos son los hechos. A lo largo del metraje, efectivamente un hombre negro abofetea a una mujer blanca (no el primer mandoble interracial, hito que pertenece al otrora perfecto yerno Sidney Poitier en la estupenda En el calor de la noche de Norman Jewsion un año antes). A continuación, el mismo negro mata a un blanco, insoportable todo hay que decir, y acaba siendo asesinado por policías blancos (recuerdos del futuro). En medio, cadáveres de todos los colores se han entregado al canibalismo virulento, todos mezclados y la mitad en paños menores, tal vez el mayor pecado para una audiencia sureña contemporánea, y los supervivientes han asesinado a una ya no tan inocente, pero hasta entonces desvalida y angelical, niñita rubia…

En los siguientes años 40 años, Romero seguiría siempre ligado al universo que engendró y daría a luz, como director y guionista, a lo que a nuestro entender es una tetralogía y una dilogía (y no una hexalogía) sobre el tema, además de una digresión, The Crazies (1973) que le llevaría a ser padrino también del subgénero de los infectados. La Noche (1986), el Amanecer (1978) y el Día (1985)son una espiral terrible hacia la perdida de la fe en el espíritu humano, en especial la fría profesionalidad homicida de los dos agentes de la segunda y el conflicto, tan querido por Hawks, entre militares y científicos, o entre la Fuerza y la Razón, de la tercera. La cuarta, producida ya 20 años después, podría por fechas situarse como inicio de una segunda trilogía, pero realmente es el colofón del mundo y de la perspectiva, aún política, aún humana, de la primera: instalada ya plenamente en la distopía, el sistema capitalista ha revertido a un feudalismo despótico donde, como más adelante, cuando los Living se vuelvan los Walking y se pasen y paseen masivamente por televisión, es el hombre el peor lobo para el hombre. Y lo más destacado de toda la saga, los zombi, “los otros” que desde el Amanecer han sido carne de cañón de los tiradores de sangre caliente, muestran destellos de inteligencia y de consciencia de clase, y de querer un lugar y una alternativa propia cuando se “organizan” y se alejan ¿voluntariamente? de la violencia liderados por Big Daddy. Igual por eso el posible juego de palabras del título, Land of the Dead. Parafraseando a Emma Lazarus, “¡Dadme a vuestros rendidos, a vuestros pobres! Vuestras masas hacinadas anhelando respirar en libertad. El desamparado desecho de vuestras rebosantes playas. Enviadme a estos, los desamparados, sacudidos por las tempestades.“

De todas maneras, todos recordaremos, saborearemos, siempre aquel primer escalofrío en que, en un grisáceo cementerio, a pleno día, un individuo desgarbado y con los ojos vacíos se acerca a tu hermano que está haciendo el idiota… ¡y trata de morderle!

Sobre George A. Romero

Con un colmillo retorcido aún más político que Cronenberg, George A. Romero fue el primero en utilizar el terror como escalpelo del American Way of Life, con ambientes amenazantes también de día, en espacios abiertos y con personas normales como «monstruos», en el que un negro es el héroe y ajusticia a un blanco insoportable, en que matan a una niña inocente que ya no lo es.
No sólo inauguró un género, sino una perspectiva y un icono del horror cotidiano, asfixiante y omnipresente, de la sociedad mercantil y de consumo.

Como puede desprenderse de su apellido, George A. Romero (1940-2017) era de ascendencia hispana, con un abuelo nacido en la ría de El Ferrol y un padre de La Coruña. Sin embargo, no hablaba español, aunque se crio en el Bronx de Nueva York. Haciendo el viaje inverso al de Andy Warhol, de la Gran Manzana se trasladaría a Pittsburgh, donde estudió y comenzó su carrera como realizador de cortometrajes y anuncios.

Tal vez la propia falta de horizontes más allá de la bruma minera y de una tradición artística ajena a la furiosa actividad industrial de la conocida como “ciudad del acero” le llevara, como a John Waters en Baltimore o más adelante a Jim Jarmusch en Akron, a rebelarse y emprender una aventura creativa y el nacimiento de un turbulento imaginario que revolucionaría la ficción cinematográfica y literaria por venir.

Desde niño, sus cineastas de referencia eran Orson Welles y Michael Powell, y, como Waters con El mago de Oz (1939), su película favorita era una barroca The Tales of Hoffmann (1951), del propio Powell, que revisitaba con frecuencia cuando el otro fan de la cinta, un tal Martin Scorsese, no la tenía alquilada. Paradójicamente, los prefería al “mago del suspense” Alfred Hitchcock, para el cual había trabajado a los 19 años como gopher nada menos que en el rodaje de Con la muerte en los talones (North by Northwest, 1959), pero que no le impresionó por su actitud mecánica y desapasionada a la hora de dirigir. Se dice que aparece, junto con Larry Cohen. el director de otra joya renovadora del horror (faceta los niños malvados), It’s Alive (1974), entre la multitud de la escena de la Grand Central Station. Con 16, uno de sus cortometrajes, ¡sobre geología! Le había valido un premio Future Scientists of America.

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