Sinopsis
Saltamos de continente. Argentina aterriza en el Lliure con Claudio Tolcachir, que ya nos fascinó con La omisión de la familia Coleman en 2009. Ahora presenta otro texto suyo que nos habla del papel clave de la infancia en la comprensión y la gestión de las emociones.
“En esta historia hay un hombre (Walter) que sufrió enfermizamente la infancia, que vivió con mucho dolor el rechazo del mundo y que solo contó con su niñera como único afecto. ¿Puede ser que un hombre que solo conoció un amor contratado pueda entender por normalidad que las reglas del amor implican pagar por el afecto?
Este es Walter, que a fuerza de pasión, trabajo y recursos construyó su mundo adulto. Es una historia poblada de mentiras, de esas mentiras que se justifican por la supervivencia familiar. A diferencia de otros personajes míos, abrumados por la negación, estos seres son conscientes y a la vez víctimas de sus mentiras, pero están demasiado aterrados como para romper la pequeña estructura que armaron.
“Nadie es tan puro, no existe un amor sin condicionamientos” sostiene Walter tratando de retener a su mujer que se le escapa. Por alguna razón todos se aman. Y esa razón no siempre es el amor.
Puede enredarse en la costumbre, la conveniencia, el cansancio, la culpa, el miedo a la soledad, la esperanza perdida, la muerte que se asoma.
Aquí todos lo saben, Walter lo dio todo para tener esa familia, y no amar a quien nos dio todo puede ser muy doloroso. Y asumir la mentira y encontrarse desnudo puede serlo aun más.
Sea en esta historia quizás Emilia, la niñera, quien pueda alardear de una fidelidad amorosa inquebrantable, está en su naturaleza, y lo llevará al extremo del sacrificio trágico.
Tal vez sea la historia de niños hombres que necesitan niñera.
Una historia sobre perdedores conscientes y asustados de su condición. Y de una estructura social que está chirriando. Que se alejó de su ser más simple. Y aun está aferrada, como puede, a una imagen de sí misma.”
Claudio Tolcachir
Castellano
Saltamos de continente. Argentina aterriza en el Lliure con Claudio Tolcachir, que ya nos fascinó con La omisión de la familia Coleman en 2009. Ahora presenta otro texto suyo que nos habla del papel clave de la infancia en la comprensión y la gestión de las emociones.
“En esta historia hay un hombre (Walter) que sufrió enfermizamente la infancia, que vivió con mucho dolor el rechazo del mundo y que solo contó con su niñera como único afecto. ¿Puede ser que un hombre que solo conoció un amor contratado pueda entender por normalidad que las reglas del amor implican pagar por el afecto?
Este es Walter, que a fuerza de pasión, trabajo y recursos construyó su mundo adulto. Es una historia poblada de mentiras, de esas mentiras que se justifican por la supervivencia familiar. A diferencia de otros personajes míos, abrumados por la negación, estos seres son conscientes y a la vez víctimas de sus mentiras, pero están demasiado aterrados como para romper la pequeña estructura que armaron.
“Nadie es tan puro, no existe un amor sin condicionamientos” sostiene Walter tratando de retener a su mujer que se le escapa. Por alguna razón todos se aman. Y esa razón no siempre es el amor.
Puede enredarse en la costumbre, la conveniencia, el cansancio, la culpa, el miedo a la soledad, la esperanza perdida, la muerte que se asoma.
Aquí todos lo saben, Walter lo dio todo para tener esa familia, y no amar a quien nos dio todo puede ser muy doloroso. Y asumir la mentira y encontrarse desnudo puede serlo aun más.
Sea en esta historia quizás Emilia, la niñera, quien pueda alardear de una fidelidad amorosa inquebrantable, está en su naturaleza, y lo llevará al extremo del sacrificio trágico.
Tal vez sea la historia de niños hombres que necesitan niñera.
Una historia sobre perdedores conscientes y asustados de su condición. Y de una estructura social que está chirriando. Que se alejó de su ser más simple. Y aun está aferrada, como puede, a una imagen de sí misma.”
Claudio Tolcachir
- Dirección:
Claudio Tolcachir - Autoría:
Claudio Tolcachir - Adaptación:
Mónica Zavala - Ayudantía de dirección:
Mónica Zavala - Escenografía:
Elisa Sanz - Iluminación:
Juan Gómez-Cornejo - Vestuario:
Elisa Sanz - Fotografía:
Marieta - Vídeo:
Teatre Lliure - Producción:
Producciones Teatrales Contemporáneas
Ana Jelín - Producción ejecutiva:
Olvido Orovio
- Miquel Gascon BazTeatre Barcelona
- Iván F. MulaTeatre Barcelona
- David Elfa NovoaTeatre Barcelona
- Josep Maria Ribaudí i MartíTeatre Barcelona