La Cia. Las Bestias presenta Dirrrty Boys, de Gerard Guix y dirigida por Àgata Casanovas.

Sinopsis

Supongamos que dos amigos hacen una fechoría muy grande cuando son pequeños. Ahora supongamos que ya adultos, las consecuencias les acompañan en forma de remordimientos, de culpa, y les altera la vida, la modifica, la condiciona. A uno de ellos, aparentemente, las cosas le van bien teniendo en cuenta el peso que lleva sobre los hombros. Al otro las cosas le van mal, pero no tan mal como quisiera mucha gente que cree que merece un futuro peor por lo que hicieron, que no es una fechoría, sino un acto terrible con secuelas devastadoras.

Ésta es la historia de Jon y Robert, dos niños de diez años que, un día de febrero de 1993, hacen una fechoría de tal alcance que, a partir de ese momento, ya no pueden avanzar, atrapados dando vueltas sobre su pasado, en un loop infinito, una y otra vez, volviendo siempre a la casilla de salida.

La obra en palabras de la directora, Àgata Casanovas

Lo real.

El punto de partida de este proyecto es lo real, porque para mí, la ficción nunca supera la realidad. De la realidad a la obra dramática no se ocurre en un cerrar y abrir de ojos.

En una primera etapa de trabajo existe todo un proceso de investigación teórica sobre el caso Bulger: Google, libros, documentales, The Sun, Twitter, blogs,… Mucha información a ordenar y, sin embargo, aparecen grandes vacíos de información. No interesa el hecho en sí, sino el antes y el después. El hecho es fuerte, de cubrirse la boca con la mano, de pelos de punta, de horror. La acción teatral comienza en la búsqueda del porqué.

En una segunda etapa comienza la creación teatral a partir de improvisaciones y pequeñas lecturas de propuestas de texto. Muchos meses de investigación. De elegir. De tirar. De volver a sacar de la basura. De prescindir de material maravilloso. De hornear a fuego lento. De altibajos. De página en blanco. De dudar, de dudar muchísimo. Es en esta etapa, aparece la primera versión de Dirrrty Boys.

En una tercera etapa levantamos esta primera versión. Lo mejor de un proceso creativo es que la obra está en constante evolución. Todo debe ir a favor de la dramaturgia y es muy necesario el trabajo en su conjunto. Lo peor de este método por los actores, es que siempre se está retocando el texto y les devuelve algo (más) locos.

En la última etapa se afina la última versión, la décima.

Dirrrty Boys es un texto muy literario que se presenta desnudo, sin acotaciones. Por un lado, a la hora de dirigir te coloca en un puesto de libertad absoluta, pero también sitúa a los actores y dirección al abismo. Frente al precipicio. Las dudas vuelven a aparecer. Pero después de tanta investigación y tapar los agujeros con ficción necesitamos alejarnos de la realidad para levantar la ficción. Está bien saber de dónde venimos, pero necesitamos centrarnos en dónde estamos ahora mismo: dejamos atrás el Cas Bulger y nos centramos en Dirrrty Boys.

La ficción.

La forma de vestir este texto tan desnudo es seguir explotando el vacío, sin artificio, dejarlo desnudo con lo que tenemos. Se apuesta por el movimiento y la fisicalidad constante de los intérpretes, que de esta manera se acabarán construyendo las acotaciones, ya que en la dramaturgia están completamente ausentes.

Un colchón es todo lo que necesitamos para contar esta historia.

El cambio de lugar, un nuevo espacio, el espacio en el que vivir, el espacio en el que intentar vivir. El espacio de descanso, de pensamientos, en el que vaciar tu mierda. El espacio en el que por unas horas desapareces y nadie sabe quién eres. El espacio íntimo, donde te tocas, dónde te tocan, donde posiblemente eres más tú. Dónde dejar salir a tu bestia. Donde calmar a tu bestia. Donde tu cabeza va a mil por hora y los pensamientos se te comen poco a poco, porque ser tú mismo tiene sus consecuencias.

El debate interno vs los personajes.

Desarrollar la acción que causa la consecuencia, investigar el precedente, hace que aparezcan las preguntas. Muchas preguntas y pocas respuestas.

Se encuentran cuando más se necesitan. Tienen vidas vacías, son completamente invisibles. Nadie se hace cargo. Nadie se hace responsable. Se encuentran. Y se hacen amigos. Y torturan. Matan. Esta acción tiene un gran efecto.

Entenderlos.
Cuestionarlos.
Ponerlos en entredicho.
Defenderlos.

Y ahí está el reto: tener que conectar con ellos. Y también hacer pasar a los intérpretes por el mismo proceso. Y lo más importante, aunque la dramaturgia lo facilita, poder hacer que el público también empatice con él. Pero también es crucial distanciarse de ellos, para que el personaje no se cale demasiado adentro de las almas en la sala de ensayo. Hay que saber entrar, sin embargo, también debe saber salir.

¿Pero cuál es el arrastre de matar, más allá de ser juzgado? No todo se puede resumir con la mancha que dejas en tu expediente vital cuando la cagas. En Dirrrty Boys intentamos contarlo.

Ágata Casanovas

Duración:
Edad:
A partir de14 años
Sinopsis

Supongamos que dos amigos hacen una fechoría muy grande cuando son pequeños. Ahora supongamos que ya adultos, las consecuencias les acompañan en forma de remordimientos, de culpa, y les altera la vida, la modifica, la condiciona. A uno de ellos, aparentemente, las cosas le van bien teniendo en cuenta el peso que lleva sobre los hombros. Al otro las cosas le van mal, pero no tan mal como quisiera mucha gente que cree que merece un futuro peor por lo que hicieron, que no es una fechoría, sino un acto terrible con secuelas devastadoras.

Ésta es la historia de Jon y Robert, dos niños de diez años que, un día de febrero de 1993, hacen una fechoría de tal alcance que, a partir de ese momento, ya no pueden avanzar, atrapados dando vueltas sobre su pasado, en un loop infinito, una y otra vez, volviendo siempre a la casilla de salida.

La obra en palabras de la directora, Àgata Casanovas

Lo real.

El punto de partida de este proyecto es lo real, porque para mí, la ficción nunca supera la realidad. De la realidad a la obra dramática no se ocurre en un cerrar y abrir de ojos.

En una primera etapa de trabajo existe todo un proceso de investigación teórica sobre el caso Bulger: Google, libros, documentales, The Sun, Twitter, blogs,… Mucha información a ordenar y, sin embargo, aparecen grandes vacíos de información. No interesa el hecho en sí, sino el antes y el después. El hecho es fuerte, de cubrirse la boca con la mano, de pelos de punta, de horror. La acción teatral comienza en la búsqueda del porqué.

En una segunda etapa comienza la creación teatral a partir de improvisaciones y pequeñas lecturas de propuestas de texto. Muchos meses de investigación. De elegir. De tirar. De volver a sacar de la basura. De prescindir de material maravilloso. De hornear a fuego lento. De altibajos. De página en blanco. De dudar, de dudar muchísimo. Es en esta etapa, aparece la primera versión de Dirrrty Boys.

En una tercera etapa levantamos esta primera versión. Lo mejor de un proceso creativo es que la obra está en constante evolución. Todo debe ir a favor de la dramaturgia y es muy necesario el trabajo en su conjunto. Lo peor de este método por los actores, es que siempre se está retocando el texto y les devuelve algo (más) locos.

En la última etapa se afina la última versión, la décima.

Dirrrty Boys es un texto muy literario que se presenta desnudo, sin acotaciones. Por un lado, a la hora de dirigir te coloca en un puesto de libertad absoluta, pero también sitúa a los actores y dirección al abismo. Frente al precipicio. Las dudas vuelven a aparecer. Pero después de tanta investigación y tapar los agujeros con ficción necesitamos alejarnos de la realidad para levantar la ficción. Está bien saber de dónde venimos, pero necesitamos centrarnos en dónde estamos ahora mismo: dejamos atrás el Cas Bulger y nos centramos en Dirrrty Boys.

La ficción.

La forma de vestir este texto tan desnudo es seguir explotando el vacío, sin artificio, dejarlo desnudo con lo que tenemos. Se apuesta por el movimiento y la fisicalidad constante de los intérpretes, que de esta manera se acabarán construyendo las acotaciones, ya que en la dramaturgia están completamente ausentes.

Un colchón es todo lo que necesitamos para contar esta historia.

El cambio de lugar, un nuevo espacio, el espacio en el que vivir, el espacio en el que intentar vivir. El espacio de descanso, de pensamientos, en el que vaciar tu mierda. El espacio en el que por unas horas desapareces y nadie sabe quién eres. El espacio íntimo, donde te tocas, dónde te tocan, donde posiblemente eres más tú. Dónde dejar salir a tu bestia. Donde calmar a tu bestia. Donde tu cabeza va a mil por hora y los pensamientos se te comen poco a poco, porque ser tú mismo tiene sus consecuencias.

El debate interno vs los personajes.

Desarrollar la acción que causa la consecuencia, investigar el precedente, hace que aparezcan las preguntas. Muchas preguntas y pocas respuestas.

Se encuentran cuando más se necesitan. Tienen vidas vacías, son completamente invisibles. Nadie se hace cargo. Nadie se hace responsable. Se encuentran. Y se hacen amigos. Y torturan. Matan. Esta acción tiene un gran efecto.

Entenderlos.
Cuestionarlos.
Ponerlos en entredicho.
Defenderlos.

Y ahí está el reto: tener que conectar con ellos. Y también hacer pasar a los intérpretes por el mismo proceso. Y lo más importante, aunque la dramaturgia lo facilita, poder hacer que el público también empatice con él. Pero también es crucial distanciarse de ellos, para que el personaje no se cale demasiado adentro de las almas en la sala de ensayo. Hay que saber entrar, sin embargo, también debe saber salir.

¿Pero cuál es el arrastre de matar, más allá de ser juzgado? No todo se puede resumir con la mancha que dejas en tu expediente vital cuando la cagas. En Dirrrty Boys intentamos contarlo.

Ágata Casanovas

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