LA VILLARROEL

Vuelven los 'Dirrrty Boys', el true crime que británico que estremeció al mundo

El galardonado montaje de Gerard Guix y Àgata Casanovas vuelve a La Villarroel este mes de mayo

Redacció

Este mes de mayo vuelve La Villorrel recupera el espectáculo Dirrrty boys, que permanecerá en cartel hasta el 26 de mayo. La pieza estrenada en la Sala Melmac, con muy buena acogida, pasó la pasada temporada por el Teatro Akademia con muy buena acogida por parte de público y crítica.

La obra está protagonizada Martí Cordero y Sergi Espina

En 1993, en Liverpool, dos niños de diez años secuestraron y asesinaron brutalmente a uno de dos. Éste fue uno de los casos más mediáticos de la época, tanto por la atrocidad del crimen, como por el hecho de que los autores fueron juzgados como adultos. El texto parte de ese crimen e imagina la vida adulta de los dos protagonistas marcada por las secuelas del pasado y la posibilidad de redención de un futuro que no llega. La pieza está escrita por el dramaturgo y novelista Gerard Guix, que vuelve a la escena teatral tras el éxito de Ricard de 3er que pudo verse en la Sala Flyhard y en La Villarroel en 2015.

«La obra intenta entender por qué pasan estas cosas»

La obra está protagonizada Martí Cordero y Sergi Espina, dos jóvenes actores que interpretarán a diferentes personajes bajo la dirección de Àgata Casanovas: «La obra intenta entender por qué pasan estas cosas», explica la directora: «Lo que hacen los protagonistas tiene un gran efecto, y ahí está el reto: tener que conectar con ellos, hacer que el público empatice con él». La obra propone al público una reflexión incómoda, obligándole a realizar un esfuerzo de identificación, presentando unos personajes complejos y un crimen muy difícil de digerir. Una reflexión sobre las consecuencias de los propios actos y la (im)posibilidad de las segundas oportunidades.

Dirrrty boys investiga las circunstancias que rodearon no sólo el asesinato en sí, sino también las vidas de los verdugos; dos niños de los que no sabemos nada, de los que se ha borrado la identidad. Todo ello nos deja con una sensación de vacío, huérfanos de respuestas. Esta producción ficciona la realidad y pretende llenar los blancos y especula sobre lo que quizá ocurrió. Tal y como afirma Guix: «Han pasado casi treinta años y las consecuencias todavía son bien visibles, las heridas bien abiertas, la sangre sigue brotando en un gota a gota lentísimo, que suele ser mucho más doloroso que un impacto brutal».

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