My low cost revolution

My low cost revolution utiliza un lenguaje original, transgresor, divertido y excéntrico para llevar a escena las contradicciones a que se enfrenta cualquiera de nosotros a la hora de ser consecuente con nuestras ideas. Hacer la revolución es complicado y llevar nuestras ideas políticas hasta las últimas consecuencias algo prácticamente imposible en un mundo donde el sistema es más fuerte que el individuo.

Con una dramaturgia cargada de compromiso, mensaje y sentido del humor, imágenes potentes y unas actrices que se dejan la piel, My low cost revolution es una magnífica muestra de teatro alternativo, rebelde y contemporáneo. Todo un acierto.

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Una de las experiencias más estimulantes y esperanzadoras que nos puede ofrecer la cartelera teatral es ver propuestas valientes y comprometidas nacidas de iniciativas de los creadores más jóvenes. En este caso, My Lowcost Revolution es una arriesgada reflexión sobre la idea de revolución en los tiempos actuales y la frustración generacional que genera el hecho de querer cambiar el mundo y nunca conseguirlo. El espectáculo refleja muy bien la sensación de repetición histórica, de tener que volver a empezar desde cero con cada nueva iniciativa o el desgaste de una lucha sin un rumbo fijo. Francesc Cuéllar, autor y director de esta obra, ya nos había mostrado su faceta de artista comprometido participando como actor en montajes de espíritu similar como la notable Los bancos regalan sandwicheras y chorizos. Ahora, además, demuestra una rica visión de las imágenes escénicas con significado, de la fuerza estética del mal gusto y una impactante creatividad como dramaturgo que lo postula como un potencial nuevo Rodrigo García de La Carnicería Teatro. Su conciencia política, reivindicativa, social y autoproclamada “radical de mierda” no lo exime de afrontar cada segmento con sentido del humor y una honestidad, hacia la realidad y las entrañas del mismo proceso creativo, admirables. Es necesario mencionar, naturalmente, la entrega de sus tres actrices (Paula Sunyer, Angés Jabbour y Glòria Ribera) que aportan la combinación adecuada de ternura, rabia y desinhibición. Siempre que se corre un gran riesgo y un creador se lanza, sin miedo, a probar un montón de ideas nuevas en un espectáculo, asume la irregularidad que provocan las partes que no le acaban de funcionar. A pesar de eso, en este caso, los hallazgos más acertados, por su carácter experimental, son tan sorprendentes y refrescantes que compensan cualquiera de sus momentos fallidos.

My Low Cost Revolution parte de una premisa muy sincera sobre el activismo político. Si bien es cierto que nuestra sociedad está cosida de injusticias y causas por las que merece la pena luchar, también es cierto que mantenerse siempre en primera línea de lucha resulta agotador. Defender tus ideales a la vez que vives en sociedad es un pase directo a ciertas incoherencias con las que muchos nos sentimos identificados. Pero tranquilo, esta obra viene a decirte que no pasa nada, que te relajes, que eres un radical de mierda.

Este es el punto de partida del texto de Francesc Cuéllar, a quien ya habíamos descubierto en las dos obras de la compañía José y sus Hermanas. A pesar de esta potente y prometedora premisa inicial, el texto va perdiendo fuerza e interés según avanza la obra, alejándose de la línea inicialmente planteada para entrar en generalidades que no nos interesan tanto. Lo que realmente te cautiva de este montaje es su arriesgado lenguaje escénico, creando una secuencia de ingeniosas y sugerentes composiciones visuales que te mantienen atento en todo momento. La sinceridad, espontaneidad y transparencia de las tres actrices resultan fundamentales en la construcción de esta experiencia tan visual.

En definitiva, una obra performática que a pesar de no desarrollar todo el potencial de su planteamiento inicial, ofrece una propuesta fresca, atrevida, divertida y muy honesta, de esas que se agradecen.

Dijous era nit d'estrena a La Vilella, amb una proposta de la Fundación Agrupación Colectiva (FAC) que s'autodefineixen com uns "radicals de merda", que han intentat canviar el món amb moviments radicals, i no han pogut. En els seus projectes exploren la contemporaneïtat de les arts escèniques en totes les seves vessants, dansa, música, text, moviment, projeccions, i qualsevol altre element que pugui ser dut a un escenari.

MY LOW COST REVOLUTION no és una apologia del conformisme, ni un atac a "el radical", és un intent de descansar de tanta misèria, un homenatge a no estar sempre a tope.

Una proposta amb dramatúrgia, direcció i text d'en Francesc Cuéllar, al que seguim, de fa temps, en la seva faceta com a actor, i que ara ens ha mostrat la seva cara de director. Un text amb un posicionament reivindicatiu molt clar, amb un alt nivell de consciència social i molt crític amb gairebé tot.

Tres actrius que ens han "enamorat" per la seva naturalitat, honestedat i espontaneïtat damunt l'escenari. Agnés Jabbour, Glòria Ribera i Paula Sunyer. Tres actrius que miren directament als ulls de l'espectador i esperen respostes. Provocadores.

Una posada en escena agosarada, trencadora i intencionadament caòtica, on no falta el sentit de l'humor i la interacció constant amb el públic. Tal com ens ha comentat el mateix Francesc abans d'entrar a la sala, s'atreveixen sense por a provar coses noves i esperen la reacció del públic a cada moment de la peça.

Ens plantegen els seus dubtes sobre la revolució que caldria fer per aconseguir realment un canvi sociològic, com es podria enfrontar la por que ens obliga a viure en comunitat, a actuar en grup. Intenten analitzar les pròpies debilitats per superar-les o ignorar-les, perquè tenen clar que qualsevol actuació individual afecta directa o indirectament als altres membres de la societat que compartim.

Una actualitat on la informació és abassegadora i molt sovint ens obliga a actuar sense pensar, sense analitzar el que estem rebent i quina hauria de ser la nostra resposta, radical o potser no.

Una proposta molt trencadora, que ens ha sorprès i ens ha agradat, una posada en escena "viva" i un text amb molta càrrega crítica.

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