El público

El texto más personal de Lorca tenía que caer en manos de un director tan adicto al riesgo como Àlex Rigola para brillar como es debido. Un tándem de auténtico lujo para un texto que habla desde el interior de la mente del poeta y reflexiona sobre el público. Pero no el público del teatro (que también) sino el público de nuestras vidas, la sociedad que nos rodea. En El público vemos el Lorca más frágil y al mismo tiempo el más valiente, el que quiere vivir de acuerdo con lo que siente y, al mismo tiempo, sabe que no podrá hacerlo nunca.

Rigola transforma la sala grande del Nacional y la convierte en un escenario digno de David Lynch para transportarnos a un terreno onírico y metafórico que deja bellísimas imágenes clavadas en nuestro cerebro.

Hacía mucho tiempo que un montaje no me impactaba de esta manera. Realmente inolvidable.

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A pesar de que estamos ante un texto críptico y de corriente surrealista, está claro que Lorca quería hablar de una nueva forma de hacer y entender el teatro, así como de una homosexualidad incomprendida, sepultada y compleja. No tenemos que olvidar que la obra está escrita en España a principios de los años treinta, en un momento en el que la homosexualidad era difícil de vivir en un país machista, excesivamente tradicional y especialmente homófobo. Precisamente por su condición sexual, además de por sus ideas políticas, el poeta sería fusilado pocos años después… Por lo tanto, es fácil de entender que todo se diga sin decirse, que la obra se mueva más por ideas y sensaciones que no por argumentos o por cualquiera de las reglas aristotélicas. Es cierto que cuesta de seguir desde la palabra, pero no tanto desde de la emoción y la comprensión abstracta.

Rigola nos ofrece una versión perturbadora, en la que la escenografía (Max Glaenzel) invade la platea y acerca a actores y espectadores. Partiendo de una idea estética que navega entre David Lynch y el cabaret, se nos van introduciendo elementos tenebrosos como los conejitos gigantes y ensangrentados, los caballos desnudos o las fosas que llevan a las catacumbas del teatro. Y es que el teatro como elemento metafórico funciona a las mil maravillas en el texto lorquiano, sobre todo en la escena final, donde un acertadísimo Pep Tossar y un enigmático Juan Codina hablan de cómo el público invadió la sala, de cómo huían los actores, de cómo era de difícil escapar de allí… Unas bonitas imágenes literarias que quizás hubieran requerido algún refuerzo escénico, porque además de los elementos comentados echo de menos más momentos de impacto visual. La obra de Lorca da para mil y una imágenes, y quizás aquí se han conformado con unas pocas ideas iniciales que envolvieran el conjunto. Sea como fuere, vale la pena acercarse al TNC puesto que se trata de una pieza muy poco representada y de un incalculable valor literario. Esperemos que esto dé alas a los directores para enfrentarse de nuevo al endemoniado texto, porque El público da para muchas visiones e innumerables lecturas.

Ningú no ens havia dit que fos un text fàcil, però tampoc anàvem preparats per a la complexitat que ens vam trobar.

L'espai escènic de Max Glaenzel és realment espectacular; la sala gran s’ha convertit en el cap de Federico García Lorca i nosaltres hi entrem dins d'ell. Una enorme cortina de serrell platejada rodeja tota la sala i el fons de l'escenari, personatges amb la cara tapada ens mostren imatges i frases del poeta i un grup de música interpreta cançons de jazz.

Un text d’una gran bellesa poètica però que no ens arriba fàcilment, aquesta ambigüitat entre el que és real i el que és al·lucinació ens pertorba i ens perdem força sovint; hem de reconèixer però que el resultat de tot plegat és d'una gran bellesa, amb quadres escènics de gran plasticitat.

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Perquè no m'ha interessat, he perdut l'atenció i no he plegat res. Penso que ningú ha fet res malament, ni director ni actors, però a mi no m'ha atrapat. La valoro en 3 (zona mitja) perquè no sóc capaç de valorar-la.

http://bit.ly/1QB8r0K

M’ha agradat molt la posada en escena i l’escenografia, les interpretacions han estat impecables, estèticament tot ha estat perfecta, però m’he perdut d’un bon començament. He intentat d’entendre alguna cosa i al final he acabat desconnectant. Finalment m'he rendit i he perdut tot l’interès. Se m’ha fet eterna, el senyor del meu costat no ha parava de mirar el rellotge. A la sortida comentaris dispars. De segur que les valoracions seran diverses, a mi no m’ha arribat.

Hauria d'haver-hi anat el dia del col·loqui, potser hagués entès alguna cosa.