Josep Maria Ribaudí i Martí

Sí, quién nos tenía que decir que estos orientales ya en el siglo XIII hacían un teatro que firmaría el mismo Shakespeare, y tened en cuenta que la obra fue escrita más o menos en los tiempos del Cantar del Mio Cid. Un historia trágica, con su punto de épica, con pasajes poéticos, filosóficos, tiernos, crueles… Una historia sencilla de buenos y malos con unos intérpretes en estado de gracia gracias (perdonad la redundancia) a su director: Oriol Broggi y todo el equipo: iluminación, vestuario, músicos, adaptadores. Con un Romea con gradas a cuatro lados y el escenario lleno de arena (naturalmente), una escenografía magnífica nos ha transportado en tierras lejanas, más allá de la ruta de la seda. Bravo!

Y El chico de la última fila, aquel estudiante que pasa desapercibido, lo es, rediós si lo es. De inocente y tímido sólo tiene el aspecto, pero puede ser letal. Juan Mayorga ha escrito una pieza prácticamente perfecta, redonda, implacable. Este alumno que va entregando «redacciones» a su profesor de literatura, esta escribiendo un tipo de novela por entregas implacable, demoledora; nadie saldrá indemne, pues su pluma está más afilada que un bisturí: ¡mama miedo! Magnifica puesta en escena y dirección ajustadísima de Víctor Velasco. Los actores, todos magníficos, siempre en escena, como en El caballero de Olmedo que hacen en el Teatre Lliure. No dudéis de ir a buscar una entrada ahora mismo. Si os la perdéis lo lamentaréis […]

Hoy para hacer este comentario lo tendré fácil porque Pasqual ha hecho una filigrana con este Caballero, pero rigurosa. Con una escenografía minimalista, una iluminación magnífica y una puesta en escena que me atrevería decir «de lujo», ha recuperado una gran obra del Siglo de Oro español, posiblemente la mejor de Lope (a pesar de que afirmar esto es atrevido) y lo ha manipulado, lo ha reducido y ha cambiado una montaña de cosas hasta el punto de resultar una obra nueva. Los actores siempre en escena, ya sea los que en aquel momento interpretan como los que no, sentados en sillas. La incorporación de música flamenca es un acierto que ha proporcionado momentos mágicos. Podría soltar elogios hasta mañana… […]

Yo vi L’onada cuando la estrenaron en el Teatre Lliure ahora hará más o menos un año. Es una pieza inquietante porque nos habla de un experimento real, el que hizo un profesor de historia en un instituto de California en el 67. Es de este tipo de teatro que hace pensar y da toques de alerta ante según qué tics de autoritarismo y pensamiento único que algunos —y no señalo a nadie, la Madre de Dios del Empujón me guarde— intentan inculcar. Desde el punto de vista artístico la obra está muy bien llevada por Marc Montserrat, creador y director, con un Eduard Farelo que tensa con mucho acierto del resto de actores jóvenes en sus papeles de estudiantes. […]

Cómo a los self-services, servíos vosotros mismos porque se permiten todas las interpretaciones de esta adaptación de la obra escrita a cuatro manos por Bolaño y García Porta. Los protagonistas de este thriller no nos lo aclaran. Él, un escritor que no llega ni a la categoría de fracasado porque todavía no ha hecho nada, y ella, su novia sudamericana, faltada de moral que arrastra al chico a una carrera delictiva de atracos y muertos, todo salpimentado con conexiones literarias y bastantes cosas más, pero ¿está pasando o se lo imaginan? Obra complicada a la que muchos nos ha costado entrar. Aplausos justillos, más bien tibios. Leer más.